Florante | Page 6

Francisco Balagtas
secta,[18]?mas tu infortunio de hoy nos vuelve camaradas.
150.
Moro soy, pero p��o,?sujeto a los mandatos del cielo,?y en mi coraz��n viene grabada?la ley natural de compartir la desgracia del pr��jimo.
151.
?Qu�� podr��a hacer yo, que o��?tus quejidos que conturban,?amarrado, y a punto de recibir zarpazos?de dos fieros leones llenos de sa?a?
152.
Suspir�� el que iba en el regazo,?y al sol��cito moro contest��:?Si no me hubieras desamarrado del tronco del ��rbol,?sepultado estar��a ya en el vientre del le��n.
153.
Aliviado ya este pecho,?y no obstante mostrarte mortal enemigo,?no permitiste que trizas hicieran?de mi cuerpo, vida y padecimientos.
154.
Tu misericordia no imploro,?que me quites la vida es la misericordia que deseo;?no sabes los tormentos que sufro,?que la muerte es la vida que pido.
155.
Aqu�� se le escap�� un grito de conmiseraci��n?al moro piadoso y l��grimas descuaj��?en respuesta a las palabras o��das,?reclin��ndose extenuado.
156.
Al cabo, ambos quedaron mudos,?sin lograr sobreponerse a los asaltos del dolor,?enajenados de ��nimo, hasta que se escondi��?y acost�� Febo en su lecho de oro.
157.
Cuando not�� el piadoso moro?que la d��bil claridad en el bosque se disipaba?rastre�� las huellas por donde anduvo,?y llev�� al que ten��a en los brazos donde procedi��.
158.
All�� donde primeramente recal��,?cuando penetr�� en el bosque el aguerrido moro,?y, en una ancha y limpia roca,?amorosamente recompuso al que con ��l trujo.
159.
Sac�� de sus provisiones algo que comer,?invit�� cari?osamente al apenado a que probase bocado;?aunque se negaba, se dej�� persuadir?por blandas y halagadoras palabras.
160.
Alg��n ��nimo cobr��,?porque el hambre ya no acosaba,?y, sin querer, qued�� dormido?en el regazo del bizarro guerrero.
161.
Este no cerr�� los ojos en toda la noche,?y por cuidarle pas��la en vigilia,?temiendo que le acometiesen?sa?udas fieras que por el bosque rampaban.
162.
A cada despertar suyo del ligero sue?o,?el atribulado prorrump��a en quejas,?que cual dardos se clavaban?en el pecho del moro piadoso y bienhechor.
163.
A la madrugada qued�� profundamente dormido,?y descans�� un poco de sus fatigas,?hasta que Aurora impeli�� a las sombras,[19]?no solt�� gemido, ni queja.
164.
Fue la causa que concili��?cinco pesares que se revolv��an?y tranquiliz�� al coraz��n doliente,?cobrando fuerzas nuevas el cuerpo maltrecho.
165.
Por donde, al esparcir por el orbe?su dorada cabellera el alegre sol,?se incorpor�� despacioso y agradeci��?al cielo las recobradas fuerzas del cuerpo.
166.
Cu��l no ser��a el gozo del ��nclito guerrero,?que abraz�� repentinamente al cuitado,?y si antes, de piedad, le brotaron las l��grimas,?hoy, de alegr��a, le corr��an, a chorros.
167.
Mis palabras no bastan a narrar cu��n grande?fue el agradecimiento del maltra��do,?y, no fuera el pesar por su amor sin ventura,?la alegr��a todo lo hubiera disipado.
168.
Que la pena de amor nacida,?por m��s que huya del pecho,?presto volver��,?y todav��a con mayor sa?a.
169.
As�� que, apenas logr�� tocar?la alegr��a la membrana del coraz��n afligido,?la angustia la arroj��,?y su dardo, luego, hinc��.
170.
Apesaramientos estrecharon nuevamente su pecho;?(yugo es el amor tan recio de sobrellevar),?y, si el moro de Persia no le consolase,?de fijo el aliento se le habr��a ido.
171.
Te consta mi aprecio,?(dijo el persiano al escuchimizado duque);?deseo conocer el origen de tu desventura,?por si existe el remedio, aplicarlo.
172.
Contest�� el cuitado que: no s��lo el origen?de mi sufrimiento he de contar,?sino toda la vida desde que nac��,?para cumplir con tus deseos y ruego.
173.
Se sentaron, uno al lado del otro, al pie del ��rbol,?el p��o moro y el apesarado,?despu��s narr��, salt��ndole las l��grimas,?toda su vida hasta caer en sin igual cautiverio.
174.
En un ducado del reino de Albania,?all�� vi la luz primera;?mi ser deuda es que recib��?del duque Briseo, ?ay! mi padre amado.
175.
Ahora est��s en esa tranquila patria,?en presencia de mi madre idolatrada,?la princesa Floresca, tu dilecta esposa;?recibe las l��grimas que escaldan mi rostro.
176.
?Por qu�� vi la luz en Albania,?patria de mi padre, y no en Crotona,[20]?bulliciosa ciudad y tierra de mi madre??As�� mi vida no fuera tan trabajada.
177.
El duque mi padre era privado y consultor?de rey Linceo en todos los negocios,[21]?segundo jerarca del reino entero,?e im��n del amor del pueblo.
178.
En la prudencia, era modelo de todos,?y en el valor, la cabeza de la ciudad,?incomparable en saber amar a sus hijos,?guiarles y ense?arles sus deberes.
179.
Me alucina, a��n ahora,?el comod��n cari?oso de mi se?or padre,?cuando criatura y de brazos llevar era:?"Florante, mi singular flor."
180.
Este es mi nombre desde ni?o,?y con que padre y madre me criaron,?apodo que dice bien a "sollozante"?y a "estrechado por el infortunio."
181.
Toda mi infancia ya no relatar��?nada de valer ha sucedido,?sino cuando ni?o a punto iba de ser cogido por las garras?de un buitre, ave de rapi?a.[22]
182.
Mi madre, dice, que dorm��a?en la quinta que daba al monte,?entr�� el ave cuyo olfato alcanzaba,?de animales muertos, hasta tres leguas.
183.
A los gritos de mi madre idolatrada,?entr�� el primo m��o, de Epiro procedente,?por nombre Menalipo, que portaba flecha;?dispar��, y el ave muri�� instant��neamente.
184.
Un d��a que comenzaba a andar,?jugaba en medio de la sala,?entr�� un halc��n y pill�� r��pidamente con las garras[23]?el cupidillo de diamante que adornaba mi pecho.[24]
185.
Cuando arrib�� a los nueve a?os,?mi diversi��n favorita era el collado,?las saetas en el carcaj y el arco en el regazo,?para matar animales y flechar p��jaros.
186.
Las ma?anas, cuando comenzaba a tender?el hijo del
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