Filosofia Fundamental I-IV,
Volumen 2, by
Jaime Balmes
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Title: Filosofia Fundamental I-IV, Volumen 2
Author: Jaime Balmes
Release Date: June 25, 2005 [eBook #16132]
Language: Spanish
Character set encoding: ISO-8859-1
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FUNDAMENTAL I-IV, VOLUMEN 2***
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FILOSOFÍA FUNDAMENTAL
por
D. JAIME BALMES, PRESBÍTERO
TOMO II.
Barcelona: IMPRENTA DE A. BRUSI. 1818.
LIBRO SEGUNDO.
DE LAS SENSACIONES.
CAPÍTULO I.
LA SENSACION EN SÍ MISMA.
[1.] La sensacion, considerada en sí, es una mera afeccion interior; pero
va casi siempre acompañada de un juicio mas ó menos explícito, mas ó
menos notado por el mismo que siente y juzga.
Veo dos molduras á una distancia conveniente: no descubro entre ellas
ninguna diferencia. Aquí hay dos cosas.
1ª. Esa afeccion interior, ó apellídese como se quiera, que llamamos ver.
En cuanto á esto, no me cabe ni puede caberme duda. Podré estar
dispierto ó dormido, en sano juicio, ó demente; podrán ser las molduras
semejantes ó desemejantes, y hasta existir ó no existir; pero en
cualquiera de dichas suposiciones, dentro de mí pasa esta
representacion que llamo ver las molduras.
2ª. Juzgo que en realidad, á mas de la afeccion que experimento,
existen las dos molduras, están colocadas en frente de mí, y son ambas
de relieve. En esto cabe error: por ejemplo, si duermo, si deliro; si en
vez de tenerlas delante, las tengo á la espalda, y me hace ilusion un
espejo que me las refleja; si no hay mas que un papel colocado detras
de un vidrio cuya construccion es á propósito para que reciba mi retina
la misma impresion que con la presencia del objeto; ó si no habiendo
ninguna de dichas ilusiones, un pintor hábil ha dado al lienzo la misma
apariencia que si fueran de relieve; ó siendo la una de perspectiva, no lo
es la otra.
De esto se infiere que existiendo el mismo hecho interno que se llama
sensacion, pueden suceder los casos siguientes.
1º. Que no haya nada en lo exterior.
2º. Que haya las molduras, pero colocadas en distinta posicion.
3º. Que haya un objeto exterior, pero nó las molduras.
4º. Que estas existan, pero que sean ambas planas, ó una de relieve y
otra plana.
Este resultado conduce á una consecuencia evidente y es, que la simple
sensacion no tiene una relacion necesaria con el objeto externo; pues
ella puede existir, y existe en efecto muchas veces, sin objeto real.
Esta correspondencia entre lo interno y lo externo es de la incumbencia
del juicio que acompaña á la sensacion, nó de la sensacion misma.
Si los brutos objetivan las sensaciones, como es muy probable, el
instinto suplirá en ellos el juicio; ó se hallarán en el mismo caso que el
hombre antes del uso de las facultades intelectuales.
La sensacion pues, considerada en sí, no atestigua: es un hecho que
pasa en nuestra alma: si efectivamente ha habido accion de un objeto
externo sobre nuestros órganos, y si este objeto es tal como parece, no
le toca el discernirlo á ella que es una afeccion de nuestro ser, un hecho
simple, nada mas.
[2.] Figurémonos un animal reducido al solo sentido del tacto, y aun
este, nó desarrollado como en nosotros, sino circunscrito á pocas y
groseras afecciones, como las de caliente ó frio, húmedo ó seco, y
comparémosle con la sensibilidad humana: ¡qué inmensa distancia! la
sensibilidad en dicho animal, está en los confines de lo insensible; y en
el hombre se acerca ya á la region de la inteligencia; su representacion
sensible, es tan extensa y variada, que reproduce en lo interior todo un
mundo, y podria reproducir otros infinitos. Nosotros nos hallamos en el
grado mas alto de la escala, al menos en lo sujeto á nuestra observacion:
¿quién es capaz de señalar el mas elevado posible?
[3.] Por desplegada ó perfecta que se suponga la sensibilidad, dista
mucho de la inteligencia, y permanece siempre separada de la misma,
como de una facultad de especie diferente. Por cuya razon, aun cuando
supongamos que las facultades sensitivas sean capaces de una
perfectibilidad indefinida, no se infiere de esto que pudiesen elevarse
jamás á la esfera de la inteligencia propiamente dicha. Esta
perfectibilidad seria en un órden diverso, que nunca podria confundirse
con el de los seres intelectuales. Si suponemos que un color se
perfecciona hasta lo infinito, jamás llegará
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