Embajada de los nuestros al Emperador Andronico, y su respuesta.
Roger y las demás cabezas principales del ejército resolvieron, que
luego se enviasen dos Embajadores al Emperador Andronico á
proponerle su servicio. Hiciéronse las instrucciones, asistiendo á ellas
con otros Capitanes Ramon Montaner, uno de los escritores de mayor
crédito, que intervino siempre en los consejos y ejecuciones más graves
de esta expedicion. Entregáronse á dos caballeros, cuyos nombres el
tiempo y el descuido dejaron envueltos en tinieblas, para que luego
partiesen á Constantinopla, y diesen su embajada de parte de toda la
nacion. Llegaron en breves dias con una galera reforzada de Roger.
Sabida su venida, y con alguna noticia de la Embajada que traian,
fueron recibidos de Andronico con agradecido semblante y muestras de
mucho amor. Propuso uno de los dos Embajadores, el más antiguo en
años, su embajada: que los Catalanes y Aragoneses después de hechas
las paces entre Cárlos Rey de Nápoles, y Don Fadrique Rey de Sicilia,
á quien ellos servian, determinaron no buscar reposo en su patria, sino
acrecentar con nuevos hechos la gloria militar y fama adquirida en las
pasadas guerras: que tenían para esto fuerzas bastantes en número y
valor, soldados ejercitados por una larga y peligrosa guerra, Capitanes
conocidos por sus victorias y nobleza de sangre; que en nombre de
todos ellos le ofrecían su ayuda contra los Turcos con doblado gusto y
aficion, por ocupar sus armas á favor de la casa de los Paleólogos,
amigos únicos de la de Aragon, cuando sus partes estaban muy caidas,
y dilatar su Imperio, destruyendo juntamente el de los enemigos del
nombre Cristiano, que con tanta audacia y orgullo le querian establecer
en las Provincias usurpadas al Imperio Griego.
Quedaron los Emperadores contentísimos con la no esperada embajada
y ofrecimiento de los Catalanes, á su parecer tan importante á sus
intereses, porque entendieron que aquellos mismos, que se les venían á
ofrecer, eran los que con tanto espanto y temor de toda Italia ganaron y
sustentaron el Reino de Sicilia. Agradeció con palabras magníficas el
gusto con que toda la nacion le ofrecía servir, y con el mismo les
recibió. Quiso que luego se platicasen las condiciones con que habian
de militar; y así los Embajadores pidieron conforme sus instrucciones
el sueldo para la gente de guerra, y que á Roger se le diese el título de
Megaduque, y por muger una de sus nietas, porque queria con tales
prendas asegurarse más en su servicio. Andronico sin alterar ni mudar
cosa de las que le pidieron, las concedió, sin reparar en la calidad y
estado de Roger desigual al de su nieta; pero toda esta desigualdad
pudo igualar la reputacion de la gente, que como General gobernaba, y
verse el Griego tan oprimido de las armas de los Turcos, y poco seguro
de la fidelidad de los suyos.
Vivía ciego y desterrado en una aldea Bitinia Juan Lascar, legitimo
sucesor del Imperio, y aunque inútil para ocuparle, viviendo él, era la
posesion de Andronico tiránica, y causa muy justificada para tomar las
armas los mal contentos del gobierno presente; y así lleno de temores y
recelos, le fué forzoso valerse de naciones extranjeras para la guerra y
defensa de su persona. Recibió en su servicio diez mil Massegatas, á
quien el vulgo llama Alanos, gente bárbara de costumbres, Cristianos
en la fé mas que en las obras. Tenian su morada de la otra parte del
Danubio, y reconocían por señores á los Scitas de Europa. Embiaron
primero al Emperador su embajada ofreciendo servirle. Nicephoro
Gregoras Autor Griego de aquellos tiempos refiere lo mucho que
Andronico la estimó con estas mismas palabras: Fuéle tan agradable al
Emperador como si viniera del cielo. Decia que todos los Griegos le
eran sospechosos y enemigos, y así continuamente procuraba amistades
y ligas con los extraños, que ojalá nunca lo hiciera. Tambien recibió en
su ejército muchas compañias de Turcoples que dejaron á Sultan Azan,
y se bautizaron. Todas estas ayudas las deseaba Andronico, y las
estimaba como grandes; y así la que los nuestros le ofrecían no se
puede con palabras encarecer la estimacion que hizo de ella, por ser de
gente tan aventajada á las demás que le servian, y tan temida en
aquellos tiempos. Remitió Andronico los dos Embajadores á Roger
concertando el casamiento, y le llevaron las insignias de Megaduque,
que es lo mismo entre nosotros General de la mar: dignidad grande de
aquel Imperio, pero no de las mayores.
CAPITULO VI.
Señala sueldo el Emperador á la gente de guerra, y hace muchas honras
y mercedes á su Capitanes.
Señaló Andronico las pagas segun la diferencia de las armas y
ocupacion, cuatro onzas de plata cada mes á los hombres de armas, á
los caballos lijeros dos, y lo mismo á los pilotos y gente
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