El Diablo Cojuelo | Page 3

Luis Vélez de Guevara
antiguas, de la escena actual, principalmente por falta de buenos c��micos y consiguiente carencia de buenas compa?��as, escribi�� m��s de cuatrocientas comedias, de las cuales ha llegado hasta nosotros un centenar escaso. Por ��stas se le puede diputar, si no como autor de se?alad��sima personalidad literaria, a lo menos, como uno de los m��s aventajados disc��pulos de Lope de Vega, cuyas huellas sigui�� tan constante y acertadamente, que a las veces se hace harto dif��cil diferenciarlos. Tal sucede, verbigracia, con la comedia intitulada Los Novios de Hornachuelos, que pasa com��nmente por obra de Lope; pero hay alguna indicaci��n antigua que la atribuye a V��lez de Guevara, y, le��da y estudiada, qu��dase perplejo el entendimiento m��s avisado, sin resolverse a adjudicarla con cabal certeza a ninguno de entrambos ingenios. La misma grande semejanza con las de Lope se echa de ver en todas las comedias del poeta ecijano: las fuentes, unas; iguales los procedimientos; igualmente rica la dicci��n; an��logo el nervio en lo dram��tico; parecid��simas las gracias en lo festivo, e id��ntica en ambos la propensi��n a avalorar lo propio entrever��ndolo con todos los elementos del folklore nacional; aqu��, con la conseja vulgar y la tradici��n legendaria; all��, con el refr��n h��bilmente desle��do y glosado en cuatro o seis versos; acull��, con la vieja cancioncilla hist��rica, que siempre, por lo grata, parece nueva a los o��dos espa?oles; y en otro lado, en fin, con el sabroso cuentecillo popular, picante sin demas��a.
De El Diablo Cojuelo, ��nica de las obras de V��lez que ha conservado para su nombre alguna parte de la amplia popularidad que disfrut�� en vida, se han hecho en nuestros d��as, am��n de tal cual edici��n corriente, dos eruditas y anotadas. Ambas se deben a la vasta cultura y harto probada laboriosidad de don Adolfo Bonilla y San Mart��n, ventajosamente conocido en el campo literario y en el filos��fico. Enderezando un antiguo entuerto que se hab��a hecho a V��lez de Guevara con interpretarle desaforadamente[23], public�� la primera de estas dos ediciones (Vigo, 1902); pero como mi antiguo camarada y docto amigo don Felipe P��rez y Gonz��lez, cuyo felic��simo ingenio estaba emparentado muy de cerca, a pesar de los siglos que se hab��an puesto en medio, con el del donairoso ecijano, juntase burla burlando, art��culo por art��culo, en La Ilustraci��n Espa?ola y Americana, para formar un libro muy interesante y ameno, que sac�� a luz en 1903 bajo el t��tulo de El Diablo Cojuelo: notas y comentarios, libro en el cual patentiz�� algunos errores de las notas del se?or Bonilla, ��ste, en 1910, a?o en que tras cruel��sima enfermedad pas�� a mejor vida su festivo, pero amable corrector--que no sin fundamento hab��a usado en su mocedad el seud��nimo de Urbano Cort��s--, di�� a la estampa en Madrid una nueva edici��n de la obrita de V��lez, mejoradas las notas y reconocido con nobleza el valioso auxilio que para ello le hab��a prestado el tan culto como donairoso escritor hispalense[24].
Pero, aun as��, El Diablo Cojuelo ?se hab��a hecho del todo accesible a la inteligencia de los lectores medianamente ilustrados de nuestros d��as? Aun rectificadas en su segunda edici��n, ?bastan las notas del se?or Bonilla para ahorrar tropiezos, en muchos lugares de la novela, hasta a los lectores m��s avisados e instruidos? A estas preguntas, que algunos aficionados a las letras nos hac��amos, respondi��, como si estuviera en nuestro pensamiento, don Enrique Nercasseau y Mor��n, en su discurso de recepci��n le��do ante la Academia Chilena, correspondiente de la Espa?ola, el d��a 21 de noviembre de 1915[25]: ?La novela toda de V��lez de Guevara--dijo--es una s��tira cort��s de la sociedad de su tiempo, felic��sima en la mayor parte de sus cuadros, y no afeada por la licencia y crudeza tan comunes en las novelas de la ��poca. El Diablo Cojuelo ser��a una narraci��n cl��sica de primer orden, y aun le��ble hoy d��a, si no la deslustrara el conceptismo, y si no se hallara sobreabundante en equ��vocos y frases convencionales de dif��cil o imposible comprensi��n en nuestra era. Aun despu��s del trabajo llevado a cabo por don Adolfo Bonilla y San Mart��n en su edici��n de Madrid de 1910, la novela de V��lez de Guevara queda aguardando un comentario que la explique y la ponga al alcance general.? Ese comentario que el se?or Nercasseau echaba de menos es el que, con temeridad que no puede buscar disculpa en la inexperiencia de los pocos a?os, he intentado en la presente edici��n. ?Habr�� conseguido darle cima? Nuestro se?or el p��blico lo dir��: a su inapelable fallo me someto gustoso.
En las aprobaciones insertas en la edici��n pr��ncipe de El Diablo Cojuelo elogiaron esta novela fray Diego Niseno, padre basilio, y fray Juan Ponce de Le��n, de la orden de los M��nimos. En sentir del primero, la obrita contiene ?muchas cosas de mucha moralidad y ense?an?a, escritas con la saz��n
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