Doña Perfecta | Page 5

Benito Pérez Galdós
the woman whom he loves. A
second group of tales deals with the hard question how the woman, left
to her own resources and without income, shall find her support. Here
belong Fortunata y Jacinta, La Desheredada, Tristana, and Tormento.
It is the pathos of this problem, not its unseemly and revolting details,
that impresses Galdós and that he strives to convey. And finally, there
should be mentioned those stories in which Galdós shows us the beauty
and uplifting power of natural sentiment, as Marianela; or the positive
and beneficent results that may come from a certain pure and unbigoted,
though somewhat mystical, religious feeling, as Angel Guerra, Nazarín,
and Halma.
It is clear from the above hasty survey of Galdós' work that there runs
through it all a profound moral sentiment, a sense of the tragedy of
modern life, an impatience of the irremediable and hopeless
contradictions in which ignorance and intolerance involve us. At the
same time, it should not be supposed that the general impression
produced by his novels is gloomy and forbidding. On the contrary, few
modern writers show so constantly the play of a free and wholesome
humor, or in more manly fashion take life as it comes, without tears or
whining. He does not strive nor cry; nor does he moralize. He shows us
life as it appears to him in a critical period of his nation's history,
unfolding it before us in its incessant variety, and not debauching us by
lessons of unmanly pessimism any more than by alluring optimism.
And to give to his work its final and irresistible claim upon us, he is the
master of a singularly rich and virile style--a style not modeled upon a
fad, but expressive of the whole nature of the man; capable of
eloquence, of wit and humor, of anger and scorn; now simple and
unadorned, now laden with a burden of reflection and of the great
traditional memories, literary and other, of the race. The Spanish
purists have indeed declared this style to be far from impeccable, and
this is altogether probable. But none the less it has something much

more important than impeccability; it has life and strength, and, when
its master pleases, beauty.

1
DOÑA PERFECTA

I
=Villahorrenda!... cinco minutos!...=
Cuando el tren mixto descendente número 65 (no es preciso nombrar la
línea), se detuvo en la pequeña estación situada entre los kilómetros
171 y 172, casi todos los viajeros de segunda y tercera clase se
quedaron durmiendo o bostezando [5] dentro de los coches, porque el
frío penetrante de la madrugada no convidadas a pasear por el
desamparado andén. El único viajero de primera que en el tren venía
bajó apresuradamente, y dirigiéndose a los empleados, preguntóles si
aquél era el apeadero de Villahorrenda. (Este [10] nombre, como otros
muchos que después se verán, es propiedad del autor.)
--En Villahorrenda estamos--repuso el conductor, cuya voz se
confundió con el cacarear de las gallinas que en aquel momento eran
subidas al furgón.--Se me había olvidado [15] llamarle a usted, Sr. de
Rey. Creo que ahí le esperan a usted con las caballerías.
--¡Pero hace aquí un frío de tres mil demonios!--dijo el viajero
envolviéndose en su manta.--¿No hay en el apeadero algún sitio donde
descansar y reponerse antes de [20] emprender un viaje a caballo por
este país de hielo?
No había concluído de hablar, cuando el conductor, llamado por las
apremiantes obligaciones de su oficio, marchóse, dejando a nuestro
desconocido caballero con la 2 palabra en la boca. Vió éste que se
acercaba otro empleado con un farol pendiente de la derecha mano, el

cual movíase al compás de la marcha, proyectando geométricas series
de [5] ondulaciones luminosas. La luz caía sobre el piso del andén,
formando un zig zag semejante al que describe la lluvia de una
regadera.
--¿Hay fonda o dormitorio en la estación de Villahorrenda? preguntó el
viajero al del farol.
[10] --Aquí no hay nada--respondió éste secamente, corriendo hacia los
que cargaban y echándoles tal rociada de votos, juramentos, blasfemias
y atroces invocaciones, que hasta las gallinas, escandalizadas de tan
grosera brutalidad, murmuraron dentro de sus cestas.
--Lo mejor será salir de aquí a toda prisa--dijo el [15] caballero para su
capote.--El conductor me anunció que ahí estaban las caballerías.
Esto pensaba, cuando sintió que una sutil y respetuosa mano le tiraba
suavemente del abrigo. Volvióse y vió una obscura masa de paño pardo
sobre sí misma revuelta y por [20] cuyo principal pliegue asomaba el
avellanado rostro astuto de un labriego castellano. Fijóse en la
desgarbada estatura que recordaba al chopo entre los vegetales; vió los
sagaces ojos que bajo el ala de ancho sombrero de terciopelo viejo
resplandecían; vió la mano morena y acerada que empuñaba [25] una
vara verde y el ancho pie que,
Continue reading on your phone by scaning this QR Code

 / 149
Tip: The current page has been bookmarked automatically. If you wish to continue reading later, just open the Dertz Homepage, and click on the 'continue reading' link at the bottom of the page.