y vieron que la marea comenzaba �� subir �� las siete de la tarde. En la orilla hallaron algunos lagunajos peque?os, cuya superficie estaba cuajada en sal, como lo grueso de un real de plata, y no se encontr�� mas sal en los dias siguientes.
El viernes 7, comenz�� �� subir la marea �� las 7 y 15 minutes de la ma?ana. A las nueve volvi�� �� subir �� tierra el Padre Cardiel con el alferez D. Salvador Martinez y 16 soldados de escolta, �� ver si encontraban indios tierra adentro. A la misma hora entraron en la lancha armada el capitan del navio D. Joaquin de Olivares, los dos pilotos, el Padre superior Matias Strobl, el Padre Quiroga, el cabo de escuadra y algunos soldados, �� registrar por agua el fin del puerto, y ver tambien si hallaban indios. Navegaron al oeste, costeando por el sur la isla de las Pinguinas, y sondando el canal hasta la isla de los P��jaros. Entraron por entre la isla y tierra firme, y registraron un ca?o peque?o muy abrigado que parece rio. Saltaron en tierra, y subieron �� lo alto de los cerros �� reconocer la tierra que es toda seca y quebrada, llena de lomas y pe?asquerias de piedra del cal, sin arboleda alguna: solamente hay en los valles le?a para quemar de espinos, sabinas y otros arbolitos muy peque?os, y de este jaez es toda la costa �� banda septentrional de este puerto. Desde la isla de los P��jaros, que hace abrigo �� una ensenadilla muy segura, para invernar cualesquiera embarcaciones, pasaron �� otra ensenada mas al oeste, en frente de la isla de los Reyes, en la misma costa septentrional: buscaron all�� agua, y solamente hallaron en un valle un pozo antiguo de agua salobre, que, segun se tiene entendido, fu�� la ��nica que hallaron en este puerto los holandeses. Desde aqu�� se volvieron al navio.
El Padre Cardiel, y los que fueron por tierra, subieron �� una alta sierra, en cuya cumbre encontraron un monton de piedras, que desenvueltas, hallaron huesos de hombre all�� enterrados, ya casi del todo podridos, y pedazos de ollas enterradas con el cuerpo. El hombre mostraba ser de estatura ordinaria, y no tan grande, que tuviese diez �� once pies de largo, como los pinta Jacobo Lemaire. Despues de muy cansados de caminar, no hallaron huella �� rastro de hombres, ni bosque, ni le?a, sino tal cual matorral; ni agua dulce, ni tierra fruct��fera sino pe?ascos, cuestas, quebradas y despe?aderos, que les dieron copiosa materia de paciencia: y si no les hubiera deparado Dios algunos pozitos de agua en las concavidades de las pe?as, por haber llovido un poco el dia antes, no saben como hubieran podido volver al puerto. Desde los altos no descubrieron por muchas leguas mejores calidades de terru?o que las dichas. Tampoco se encontr�� pasto, ni cosa �� prop��sito para habitacion humana, ni aun brutos, ni aves; sino solamente rastro de uno �� otro guanaco, y tal cual p��jaro: y la tarde de este dia pareci�� en la costa del sur, en frente del navio, un perro manso aullando, y haciendo extremos por venir al navio, y se discurri�� seria de algun buque perdido en esta costa. Al anochecer, llegaron los de tierra al navio, y poco despues los de la lancha.
El s��bado 8 de Enero, sali�� �� las nueve el Padre Cardiel, con la misma comitiva, �� registrar la tierra por la parte opuesta, que es la del sur de este Puerto Deseado; y casi �� la propia hora, los mismos de la lancha del dia antecedente, con bastimentos para cuatro dias, por registrar y demarcar todo este puerto. Navegaron al oeste, hasta la punta oriental de una isla, �� la cual llamaron la isla de Olivares por respecto al capitan de este navio: y habiendo entrado por un ca?o estrecho, que divide �� esa isla de la tierra firme, salieron con bastante trabajo �� una ensenada peque?a que hace cerca de la punta occidental, sin poder pasar adelante este dia, por haber quedado en seco la lancha, con la baja marea. Desde un pe?asco, en lo mas alto de la isla, descubri�� el Padre Quiroga, que la canal de este puerto corria algunas leguas al oeste sud-oeste. Tambien el mismo, y los dos pilotos, marcaron la isla de los Reyes, y la isla de las Pe?as, que est�� en la costa septentrional. En la isla de Olivares hallaron algunas liebres y avestruces, y m��rmoles de varios colores. La tierra es ��rida, y falta de agua dulce. En la punta occidental de dicha isla hay mucho marisco: y los marineros hallaron en algunas conchas tal cual perla peque?a y basta.
Domingo 9, volvi�� el capitan Olivares, el padre Quiroga y los demas, �� registrar la costa del sur, navegando al oeste
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