Contigo Pan y Cebolla | Page 7

Manuel Eduardo de Gorostiza
que no ha hecho?--A ella no, nos contestarán,--a los demás que ven la comedia.--Tampoco, responderemos,--porque las que crean en novelas al pie de la letra, creerán al pie de la letra en la comedia, que es otra nueva novela para ellas; en la novela leen que aquél que se presentó incógnito se descubre ser luego hijo de algún se?orón oculto, y en la comedia se descubre ser rico luego el pobre. Se enamorarán pues, sin cuidado, seguras de que hacia el fin de su boda se ha de descubrir la riqueza del marido, así como creían que debían salir por la ventana por decirlo las novelas.
A pesar de estas observaciones, que no podemos menos de hacer, nos complacemos en repetir que es mayor la suma de las bellezas que la de los defectos de la comedia. El se?or de Gorostiza ha adquirido un nuevo laurel, y nosotros quisiéramos que la obligación de periodista se limitara a alabar: mucho nos daría que hacer aun en este caso esta composición dramática.
En cuanto a la representación, podemos asegurar que no nos acordamos de haber visto en Madrid nada mejor desempe?ado en este género.
MARIANO JOSé DE LARRA
("Contigo Pan y Cebolla," Obras Completas de Fígaro, t. I, en Colección de los Mejores Autores Espa?oles t. XLVII, París, 1883.)

CONTIGO PAN Y CEBOLLA
COMEDIA ORIGINAL EN CUATRO ACTOS
POR
MANUEL EDUARDO DE GOROSTIZA

DON PEDRO DE LARA DO?A MATILDE, su hija DON EDUARDO DE CONTRERAS BRUNO, criado de DON PEDRO LA MARQUESA EL CASERO LA VECINA
La escena pasa en Madrid; los tres primeros actos en una sala bien amueblada, aunque algo a la antigua, de la casa que habita D. Pedro, y el último acto en un cuarto muy miserable y en donde habrá sólo una mala cama, dos o tres sillas de paja vieja, un brasero de hierro etc.

ACTO PRIMERO
ESCENA PRIMERA
DO?A MATILDE Y BRUNO
DO?A MATILDE. ?Bruno!
BRUNO. Jesús, se?orita, ?ya se levantó usted?
DO?A MATILDE. Sí, no he podido cerrar los ojos en toda la noche.
BRUNO. Ya se habrá usted estado leyendo hasta las tres o las cuatro, según costumbre....
DO?A MATILDE. No es eso....
BRUNO. Se le habrá arrebatado el calor a la cabeza....
DO?A MATILDE. Repito que....
BRUNO. Y con los cascos calientes ya no se duerme por más vueltas que uno dé en la cama.
DO?A MATILDE. Pero hombre, que estás ahí charlando sin saber....
BRUNO. ?Conque no sé lo que me digo? Y en topando cualquiera de ustedes con un libraco de historia o sucedido, de ésos que tienen el forro colorado, ya no ha de saber dejarlo de la mano hasta apurar si D. Fulano, el de los ojos dormidos y pelo crespo, es hijo o no de su padre, y si se casa o no se casa con la joven boquirrubia que se muere por sus pedazos, y que es cuando menos sobrina del Papamoscas de Burgos: todo mentiras.
DO?A MATILDE. ?Acabaste?
BRUNO. No se?ora, porque es muy malo, muy malo leer en la cama....
DO?A MATILDE. ?Aprieta! ?Y no ha venido nadie?
BRUNO. Nadie ... ah, sí, vino el aguador con su esportilla y su....
DO?A MATILDE. ?Qué tengo yo que ver con el aguador ni con su esportilla?
BRUNO. ?Esperaba usted acaso otra visita a las siete de la ma?ana?
DO?A MATILDE. No.... Sí.... ?Válgame Dios, qué desgraciada soy! (Sentándose)
BRUNO. ?Desgraciada! ?Qué dice usted?
DO?A MATILDE. ?Oh, muy desgraciada, muy desgraciada!
BRUNO. Pues se?or, ?qué ha sucedido? acaso su papá de usted....
DO?A MATILDE. No, papá duerme todavía y estará sin duda bien lejos de so?ar o de pensar que el terrible momento se aproxima en que va a decidirse para siempre el porvenir de su hija única y querida ... ?para siempre! Ay, Bruno, si tú pudieras comprender toda la fuerza y la extensión de esta palabra ?para siempre!
BRUNO. Sin contar que el día menos pensado nos va a dar usted un susto con la luz y la cortina.
DO?A MATILDE. Mira, Bruno, que estás muy pesado.
BRUNO. Siempre las verdades pesan, se?orita, amargan y se indigestan.
DO?A MATILDE. Qué disparate, sino que anoche cabalmente ni siquiera hojeé un libro. Buena estaba yo para lecturas.
BRUNO. ?Estuvo usted mala, eh? Y cómo no quiere estar usted mala con ese maldito te que ha dado usted en tomar ahora en lugar del guisado y de la ensalada, que todo cristiano toma a semejantes horas. Yo no digo por eso que el te no sea saludable ... pero al cabo no pasa de ser agua caliente; sólo podía habernos venido de Inglaterra, que como allí son herejes, ni tendrán vino, ni bueyes cebones, ni ... ?Qué está usted curioseando por esa ventana?
DO?A MATILDE. Nada; miraba si ... ?qué hora será?
BRUNO. Las siete dieron hace rato en San Juan de Dios. ?Vaya, y qué tonto me hace usted! Conque ?no comprendo lo que quiere decir _para siempre_? Para siempre es lo mismo que decir a uno "hasta que te mueras".
DO?A MATILDE. Decía sólo que si tú
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