Contigo Pan y Cebolla | Page 4

Manuel Eduardo de Gorostiza
de las cuestiones que en 1838 provocaron la guerra con Francia[1]. Infatigable en su actividad, la consagraba ora a la instrucción general y a la de los ni?os de la Casa de Corrección, cuyo establecimiento fué objeto particular de sus desvelos; ora al teatro, cuya afición jamás le faltó[2], y a que dió impulso por todos los medios posibles, haciendo venir, en mucha parte a su costa, la primera compa?ía de ópera, y constituyéndose empresario del Principal, para cuyo fomento refundió y tradujo multitud de piezas extranjeras, entre ellas la Emilia Galotti, obra de bastante mérito, del dramaturgo alemán Léssing. Aun debía figurar, sin embargo, en escenario más importante y noble, y sus últimos a?os nos ofrecen hechos merecedores de eterna recordación y que vinieron a coronar dignamente una vida empleada casi toda en el servicio de su patria. Refiérome a su misión diplomática en los Estados Unidos y a la parte que tomó en 1847 en la defensa del territorio nacional[3].
[Footnote 1: Reference is here made to the "Pastry War," so styled because among the claims for indemnity made by France in behalf of Frenchmen who had sustained losses in Mexico was one of a French baker whose wares had been purloined by a Mexican mob.]
[Footnote 2: 'For which he never lost his fondness.']
[Footnote 3: The national territory here referred to is, of course, Mexico. (For a general history of Mexico, a standard work in English is that of Hubert Howe Bancroft, "A History of Mexico," 6 vols., San Francisco, 1883. The latest and most detailed study of the period covering the war with the United States is Justin H. Smith's "The War with Mexico," 2 vols., New York, 1919).]
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Tras las batallas de Palo Alto y Resaca, la toma de Monterey, la jornada gloriosa aunque estéril de la Angostura[1], la ocupación de Tampico, la rendición de la humeante y heroica Veracruz y el tremendo desastre de Cerro Gordo, el ca?ón norteamericano tronó en el Valle mismo de México, y un pueblo vencido ya en cien combates, pero conservando el ánimo sereno que heredó de sus dos razas progenitoras, se agrupó en torno de sus banderas destrozadas a defender la capital de la República. El diplomático ilustre que había sostenido en Washington[2] la causa de la justicia, la causa nacional, quiso pelear por ella como soldado, aspirando a sellar con su propia sangre sus palabras y sus escritos. Levantó y organizó un batallón de artesanos, denominado de "Bravos," y cuando los restos del brillante cuerpo de ejército debelado en Padierna retirábanse en confusión ante las bayonetas del vencedor, el anciano de cerca de sesenta a?os, fuerte y valeroso y resuelto como en los días de su juventud, se apostaba a la cabeza de sus guardias nacionales en el convento de Churubusco, deteniendo el paso al enemigo hasta quemar el último cartucho y recibirle impávido con los brazos descansando sobre las armas. Si la gloria humana no es sue?o, Gorostiza alcanzóla ese día, recibiendo sus palmas en el respeto y la admiración de sus adversarios.
[Footnote 1: The battle known to Americans as Buena Vista. Cf. Whittier's poem "The Angels of Buena Vista."]
[Footnote 2: Gorostiza was sent as Special Minister to Washington in 1836. Justin Smith thus characterizes him: "a witty, agreeable man of the world, Mexican by birth, Spanish by education, the author of some clever dramas, but not professionally a topographer, a lawyer or even a diplomat." ("The War with Mexico," vol. I, p. 64.) The delicate question as to the causa de la justicia is ably handled by the two historians above mentioned.]
Tal fué el último rasgo de su vida pública y en la privada comenzó desde entonces a gustar el cáliz de amargura que tarde o temprano llevamos todos a los labios[1] en el huerto del mundo. La muerte de una hija suya, las quiebras mercantiles que acabaron con su modesta fortuna, la ingratitud de los gobiernos: todas esas nieblas frías que traen consigo sobre la frente del hombre los vientos de la adversidad al doblarle como frágil ca?a hacia la tierra que ha de recibir sus despojos, quebrantaron su ánimo, debilitaron su físico, y recibiendo en un ataque cerebral el golpe de gracia, rindió el alma al Criador el 23 de octubre de 1851, en Tacubaya.
[Footnote 1: An allusion to the Agony of Christ in the garden of Gethsemane.]
JOSé MARíA ROA BáRCENA
"Datos y apuntamientos para la biografía de D. Manuel E. de Gorostiza," en Memorias de la Academia Mexicana, México, 1876, t. I, págs. 93-101.

CRíTICA DE CONTIGO PAN Y CEBOLLA
El se?or de Gorostiza, poeta ya conocido en nuestro teatro moderno, se ha apoderado de una idea feliz y ha escogido un asunto de la mayor importancia. ?Halo desempe?ado[1] como de su talento nos debíamos prometer[2]? Oiga el lector el argumento, y podrá responder
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