Viajes por Filipinas: De Manila á Tayabas | Page 7

Juan Álvarez Guerra
ambas aguas.
á las cuatro de la tarde, después de no pocas varadas, atracamos al pantalán de Santa. Cruz.
Hechos los ofrecimientos y despedidas de ordenanza, vino un fuerte abrazo, dado por mi querido amigo D. Manuel Junquitu, quien me esperaba en el desembarcadero.
El resto de la tarde lo pasamos en visitar el pueblo, el cual me pareció sucio y triste. Está dividido por un río, sobre el cual se levanta un magnífico puente, construido en estos últimos a?os. La cárcel, hecha en peque?o bajo el modelo de la de Bilibid, de Manila; la iglesia, convento, y Casa Real, [3] son los únicos edificios notables que tiene Santa Cruz.
Por la noche después de la cena, nos obsequió el bondadoso Alcalde D. Antonio del Rosario con una serenata que oímos desde los balcones de la Casa Real.
á las once, habiendo dejado todo dispuesto para seguir mi viaje, me acosté.
Muy de madrugada fuí despertado, tomando después del indispensable chocolate, los duros asientos de una carromata tirada por dos pencos. Palo aquí y atasques allá, llegamos al cabo de hora y media á Magdalena, en donde mudamos de caballos, continuando hasta Majayjay, pueblo muy nombrado y conocido por tener en su jurisdicción la célebre cascada del Botocan.
De Magdalena á Majayjay puede hacerse el camino en tiempo de secas en carruaje, empleando dos horas, siendo expuesta esta forma de locomoción cuando reinan las aguas, en cuya época, lo accidentado del terreno y los aguaceros torrenciales que manda el Banajao, ponen el camino intransitable. En dicho camino es notable un puente que se eleva sobre el río Olla, dedicado á Nuestra Se?ora de la Sacristía, según leímos en la piedra.
En Majayjay, fuí á parar á la casa del suizo D. Gustavo Tóbler, excelente naturalista, radicado y casado en el país. Jamás olvidaré las horas que pasé al lado de aquella inteligencia verdaderamente cosmopolita, y de aquella actividad incansable. Interpretaba al piano con envidiable maestría las más delicadas melodías de Beethoven, y fotografiaba con su cáustico lápiz, ó su correcta pluma, las costumbres filipinas. El tiempo que le dejaba libre el cuidado de un magnífico cafetal, lo repartía entre el amor de su esposa, el cari?o de sus hijos, el estudio, y el preparado y conservación de sus colecciones.
Amante, hasta el delirio, de su país, vivía feliz entre las agrestes fragosidades que rodean á Majayjay, las cuales le recordaban las pintorescas monta?as de Suiza. Efecto de su laboriosidad contrajo una afección al hígado, que le condujo al sepulcro siendo aún joven. Murió en Hong-kong, dejando algunos trabajos inéditos, que el autor de estas líneas le vió escribir en una temporada que vivieron juntos.
La tarde que llegué á Majayjay y en la que por primera vez hablé al Sr. Tóbler, se concertó que á la madrugada siguiente visitaríamos la cascada. El resto de tarde y noche hasta que nos acostamos, la ocupamos en recorrer y examinar el peque?o museo que constituía la casa del Sr. Tóbler, quien con su acostumbrada amabilidad explicaba objeto por objeto. Pájaros, mariposas, reptiles, herbarios y parásitas, había por doquier. Al lado de Linneo y Cuvier, se veía á Goethe y Cervántes, confundidos con espátulas y bisturís, lápices y pinceles, mezclándose en este conjunto los tarros de jabones arsenicales, con los tubos de colores. Lo artificial, juntamente con lo natural, las obras del hombre, con las obras de Dios.
En la época á que me refiero, concluía el Sr. Tóbler un precioso álbum de costumbres filipinas, que más tarde mandó litografiar á Alemania, formando un curiosísimo tomo, del cual conservo un ejemplar que me regaló.
Ya era bien entrada la noche, cuando dejamos la conversación, yendo en busca del lecho, en el que no tardé en quedarme dormido al arrullo de un riachuelo que corre cerca de la casa.
CHAPTER II
CAPíTULO II.
Horizontes intertropicales.--Suelo y cielo de Filipinas.--Panoramas indescriptibles.--La cascada del Botocan.--La grandiosidad ante los ojos del alma.--Evocaciones y recuerdos.--Un ateo.--El camarín del Botocan.--Almuerzo al borde del abismo.--Chismografía al por menor.--Cuentos y anécdotas.--Las mujeres filipinas.--Tipos y registros.--Opiniones.--Amor desgraciado.--Leyenda y autógrafo.--Camino de Tayabas.--Llegada á Lucban.
Hay panoramas en este país imposibles de describir ni pintar. La más fácil pluma y el más valiente pincel vacilan en la cuartilla y en la paleta; ni en la primera se pueden coordinar ideas, ni en la segunda combinar colores que remotamente se aproximen á la realidad. Me decía un pintor en una ocasión que presenciábamos la puesta del sol:--Vea usted ese horizonte desconocido completamente fuera de las regiones intertropicales, y dígame si habrá quien pueda so?ar esa clase de tintas.--Aquel artista tenía muchísima razón. El pincel es impotente ante la insondable bóveda de los trópicos.
Si imposible es pintar el cielo de este país, tanto lo es el describir algunos panoramas de su suelo. Muchas y magistrales descripciones de la cascada del Botocan conozco; respetables firmas suscriben aquellas; eminencias en la república de las letras
Continue reading on your phone by scaning this QR Code

 / 73
Tip: The current page has been bookmarked automatically. If you wish to continue reading later, just open the Dertz Homepage, and click on the 'continue reading' link at the bottom of the page.