Viajes por Europa y América | Page 9

Gorgonio Petano y Mazariegos
de las formas, dos veces nos pidieron los pasaportes, y dos veces fué detenida la diligencia desde la frontera hasta Bayona en cuya ciudad nos hicieron entregarlos de nuevo á las mismas puertas.
Esta vigilancia continua que ciertamente molesta, en especial á los caractéres independientes, produce muy mal efecto. Mucho aplaudiria yo á los gobiernos que despues de adoptar las medidas necesarias que la tranquilidad de cada pueblo reclama, recibieran á los extranjeros con ménos lujo de accion gubernamental, con ménos formalidades.
Antes de ocuparme de Bayona, pláceme consignar una observacion digna de ser notada. Algunos espa?oles traducidos que solo han llegado á la frontera de Francia, se esfuerzan en hacer creer que todo lo extranjero es bueno, é insoportable lo nacional. El descrédito que quieren hacer caer sobre el pais que los ha educado, se vuelve de rechazo sobre ellos. Yo, que me precio de ser eminentemente imparcial, diré á propósito de comunicaciones lo mismo que sobre todo, la verdad y nada mas que la verdad.
La carretera de Madrid á Zaragoza, la de Madrid á Santander por Búrgos, la de Madrid á Bayona, la de Valencia á Madrid por las Cabrillas, y por último, todas las que abundan en las Provincias Vascongadas, son casi tan buenas y tan bien construidas y cuidadas como las de Francia, Italia y Suiza, que son las principales que he encontrado en Europa. El que diga lo contrario habla con prevencion é injusticia.
Bayona tiene una soberbia campi?a que hermosea extraordinariamente todo su término: la ciudad presenta muy buen aspecto; anchas y largas calles constituyen su elegante centro. Desde luego se apercibe el viajero que Bayona es ciudad de alguna importancia; la animacion que reina por todas partes habla en pro de su riqueza y movimiento comercial: vida literaria ninguna. Hoteles y algunos edificios notables embellecen el interior de la ciudad: las plazas, en general grandes y hermosas, entretienen agradablemente la atencion. Como el interes de una poblacion como Bayona se gasta pronto para el extranjero, tomé billete en la diligencia de Burdeos, que á las dos de la tarde parte del Hotel del comercio[3].
Veinte horas poco mas ó ménos emplea la diligencia en su carrera de Bayona á Burdeos. La carretera que separa estas dos ciudades es buena como casi todas las de Francia. Es de notar que por todas partes se recrea y deleita la vista contemplando la cultivada campi?a que se ostenta lozana en general. La Francia, que se ha visto libre de las prolongadas y eternas luchas que han desolado nuestra Espa?a; la Francia, que por otra parte cuenta con la enorme poblacion de 36,000,000 de habitantes y se halla muy bien enclavada en Europa, ha tenido tiempo y brazos suficientes para hermosear su terreno, poblándole como lo está de casas de campo, y cultivar con esmero y asiduidad la tierra que embellece los términos, acrecienta la riqueza pública, da ocupacion á sus moradores y adelanta el progreso público.
Sin episodio ni incidente alguno notable entré en Burdeos.
Esta populosa ciudad, una de las primeras de Francia, anuncia ántes de entrar en su recinto lo importante de su significacion política y comercial. El viajero que llega á Burdeos procedente de Bayona, atraviesa una larga calle de tres cuartos de legua, cerrada con imponentes y majestuosos lienzos, que desemboca en una gran plaza.
Algunos elegantes palacios embellecen la ciudad; un considerable número de hoteles, servidos regularmente, ofrecen comodidad al viajero.
El comercio de la poblacion empujado por el grande sistema de comunicaciones que por tierra y por mar facilitan allí las relaciones, presta bastante vida á todo. Su celebrado ví?edo, que tanta riqueza supone, adorna de un modo espléndido la campi?a. Las tiendas de comercios de la ciudad, vestidas casi con tanto lujo como las de Paris y Lóndres, comunican á su aspecto ese aire de fiesta que tanto gusta á la moda de decoracion actual.
El teatro de Burdeos es un vasto edificio de piedra con cuatro fachadas de elegantes columnas, gallarda pompa de construccion y con riqueza de detalles arquitectónicos. Visto solamente su exterior, sobrepuja á los primeros de Europa tanto por su grandeza material como por su bizarra contestura. La sala no corresponde á la magnificencia que desde fuera anuncia: recientemente se ha decorado el interior, ántes de que yo le visitara, pero sin embargo es muy inferior á lo que prometen sus espaciosos y elegantes vestíbulos, su soberbia galería circular. Los palcos son desmesuradamente grandes y están vestidos con chocarrera decoracion: las lunetas pobres y estrechas.
Lo que falta á Burdeos es poblacion: el número de habitantes que contiene no está en relacion con la grandeza de la ciudad, así es que el silencio la rodea. Las Catacumbas y algunos cuantos edificios que embellecen la poblacion, son dignos de que el extranjero los visite.
Burdeos puede considerarse como un gran pórtico que da entrada á Paris: la
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