el presente.
Apruébolo sinceramente por el asunto y la feliz manera de desempe?arlo: lo aplaudo ademas porque creo que el conocimiento de los paises extranjeros puede ser para el nuestro un poderoso estímulo de adelanto en las vias del progreso en que con razon dice V. que ha penetrado hace ya a?os, y tambien un argumento para responder victoriosamente á los que nos acusan de estar aun en la barbarie sumidos.
Hay ademas hoy en el mundo una se?alada tendencia á suprimir las distancias, borrar las distinciones y confundir los intereses. Van desapareciendo poco á poco las antipatías de raza, van suavizándose las rivalidades de nacionalidad; las corrientes de la humanidad se muestran en su curso convergentes; y si la unificacion está léjos todavía, no tan remota que el anteojo de la filosofía no la divise en lontananza.
En tales circunstancias, amigo mio, el libro de V. que presenta los Espa?oles á los extranjeros, y á estos aquellos, como es costumbre en la buena sociedad inglesa, cuando entre personas que no se conocen se halla un tercero con ámbas relacionado: el libro de V., digo, fácil y corrientemente escrito, observador sin pesadez, filósofo sin pretensiones, presentándonos unos á otros, facilita el trato, y consecuentemente prepara la amistad.
?Cómo no ha de aplaudir el libro de V. quien como yo desea con toda su alma una union de todos los pueblos, que acabe, si es posible, hasta con el nombre de la guerra, y en consecuencia haga que de uno á otro polo no haya mas imperio que el de la ley, y que esa sea siempre la expresion de la voluntad universal!
Si no me es dado pues ni disertar científicamente sobre los viajes en general: si no me atrevo á decir á V. pluma á pluma ya que no cara á cara, todo lo bien que pienso, y que si no me enga?o pensará el público de su interesante libro: puedo por lo ménos en conciencia, y sin temor de ofender la modestia del que le ha escrito, asegurar que no ganaríamos poco en que todos los jóvenes que viajan lo hiciesen con el fruto que V. y sobre todo en que, comprendiendo la deuda que todos con la patria tenemos, la pagaran como V. haciendo á su pais partícipe del resultado de sus estudios y observaciones.
En la imposibilidad de hacerle á V. un prólogo, le escribo lo que pienso de sus Viajes: acepte V., amigo mio, acepte el óbolo de la incompetencia, y crea sobre todo que solo por aquello de que impossibile nemo tenetur, deja de complacerle tan por completo como lo deseara su sincerisimo y apasionado amigo:
PATRICIO DE LA ESCOSURA.
Paris, noviembre 1857.
#DE COMO UN PRóLOGO ES A VECES NECESARIO.#
No es la moda la que coloca la pluma en mis manos: al contrario, he tenido necesidad de discutir conmigo mismo para convencerme de que al resumir en un volúmen las notas de mis viajes, me obedezco, sin tener en cuenta para nada que la moda es esta.
Teniendo la pasion de la lectura y alentado por la buena acojida que han obtenido los diferentes ensayos literarios que he dado á la estampa, nada mas lógico que bosquejar el cuadro de mis viajes.
?El viaje! esta ha sido mi constante aspiracion desde que tuve la edad de quince a?os. ?Gracias mil á Dios que me ha otorgado la realizacion de mis ensue?os, acariciados tanto tiempo por mi imaginacion!
Sucedíame siempre una misma cosa cada vez que me paseaba en el campo. La idea del viaje, siempre compa?era de mi memoria, era constantemente el tema seguro de mi conversacion: mirando siempre delante de mí, me impacientaba contra el horizonte que cerraba el paso á mi vista.
Los límites que las encumbradas monta?as trazaban naturalmente á mi curiosa mirada siempre ávida de penetrar á traves de los términos, cruzábales afanoso con el pensamiento; y solazaba mi fantasía con el bellísimo lienzo que en mi ilusion dibujaba.
Un cielo nuevo, diferentes praderas y torrentes, aire mas dilatado, otros espacios, un mas allá distinto del que siempre me encerraba en su estrecho ámbito; hé aquí mis deseos eternos.
Estas eran mis frases; esta mi necesaria conclusion cada vez que regresaba del campo.
La idea de visitar nuevos paises, se presentaba constantemente á mi imaginacion con un delicioso misterio que me fascinaba. La lengua, los trajes, las costumbres, toda la vida analizada en conjunto y en detalle, fingíala en mi deseo, como distinta y nueva, en parangon con la que yo conocia.
Mas tarde, cuando entreví la utilidad de los viajes, por la instruccion y conocimiento del mundo que reportan, tomó carta de naturaleza dentro de mi cerebro--por decirlo así--la idea de viajar.
Hoy, que afortunadamente he visitado algunos paises, dando cumplida satisfaccion á mis aspiraciones, justo y hasta necesario es que concrete en un solo cuadro los recuerdos de mis excursiones.
No pretendo escribir un libro: si
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