la gente mojigata, se había dejado seducir al fin. Se saludaron y siguió adelante. Abriole la puerta Tablas. Al entrar pisó al gato, que escapó mayando, y luego, a causa de la oscuridad de los destartalados pasillos, tropezó con Do?a María del Sagrario, que al choque dejó caer de las manos un enormísimo plato de puches. Puso el grito en el cielo la se?ora, y al ruido alarmose tanto D. Felicísimo, que se aventuró a salir de su nicho preguntando si había entrado en la casa un tropel de cristinos. Salvador se deshacía en excusas, y al acercarse a la pared, manchósele la negra ropa de tal modo que parecía un molinero. Al sacudirse, no sin comentar con algunas frases aquel rudimentario blanqueo de las paredes, hubo de tropezar con una de las vigas que sostenían la casa y pareció que toda la frágil fábrica se estremecía y que del techo caían pedazos de yeso, como si por entre las maderas superiores corriesen a paso de carga belicosos ejércitos de ratones. Por fin llegó a dar la mano a Carnicero y entraron juntos en el despacho.
--Parece que entra un temporal en mi casa--dijo el anciano colocándose en su nicho--. ?Y qué tal? ?Ha encontrado usted en la escalera a Zumalacárregui y al se?or conde? Buen militar y buen diplomático, jí, jí...
--Zumalacárregui es una buena adquisición--respondió Salvador--. Tiene valor y talento.
--Pues hay otras adquisiciones mucho mejores todavía--dijo Carnicero frotándose las manos--. ?Con que ese desdichado Gobierno del Sr. Zea ha emprendido el desarme de los voluntarios realistas?... Sí, el fantasmón de Castroterre?o en León y el mentecato de Llauder en Catalu?a ponen despachos al Gobierno diciendo que han quitado las armas a los voluntarios realistas. ?Usted lo cree? ?Usted cree que se pueden quitar los rayos al sol? Jí, jí. ?Y creerá el bobillo que ha puesto una pica en Flandes!... Yo llamo el bobillo a ese se?or Zea, que es una especie de ministro embalsamado, como el Rey ha venido a ser un Rey de papelón.
--El Gobierno se cree fuerte, Sr. Carnicero, y parece decidido a echar una losa sobre el partido de D. Carlos. Mucho cuidado, amigo, que ahora parece que tiran a dar.
--?Oh! por mí no temo nada--manifestó D. Felicísimo con énfasis, echándose atrás--. Pero vamos a lo que urge. Ya sé a lo que viene usted hoy.
--A lo mismo que vine ayer.
--Y anteayer y el martes y el sábado pasado. Hoy no ha venido usted en balde. Al fin, al fin....
--?Llegó?
--Sí, sí, el Sr. D. Carlos Navarro, nuestro valiente amigo, llegó anteanoche de su excursión por el reino de Navarra y por álava y Vizcaya. Es un guapo sujeto. Dice que en todo aquel religioso país hasta las piedras tienen corazón para palpitar por D. Carlos, hasta las calabazas echarán manos para coger fusiles. Las campanas allí, cuando tocan a misa dicen ?no más masones? y el día en que haya guerra los hombres de aquella tierra serán capaces de conquistar a la Europa mientras las mujeres conquistan al resto de Espa?a.... Bueno, muy bueno.... ?Con que usted desea ver a ese se?or? Le prevengo a usted que está oculto.
--No importa: sólo pienso hablarle de asuntos de familia. En el último verano estuvo en la Granja pero no le pude ver, porque siempre se negó a recibirme. Ahora me será más fácil, porque le escribirá usted dos palabras.
--Lo haré con mucho gusto; pero prevengo a usted también que el Sr. D. Carlos está enfermo del hígado. Ya se ve ?ha trabajado tanto! Es un incansable campeón de las buenas doctrinas. Anoche se quejaba de atroces dolores, y, cosa rara en hombre tan religioso, jí, jí, más invocaba a los demonios que a la Santísima Virgen. Si quiere usted tener segura la entrevista que desea, se lo diremos al padre Gracián, jesuita, excelente sujeto que viene aquí algunas tardes, y después solemos ir a tomar chocolate a casa de Maroto, adonde va también el Padre Carasa.... Pues bien, Gracián es amigo del Sr. D. Carlos, y ya hace tiempo que se ha propuesto reconciliarle con su se?ora esposa.... ?Oh! es un neblí para las reconciliaciones ese buen padre Gracián.
--Le conozco. Es un digno sacerdote que tiene las mejores intenciones del mundo, y si no consigue hacer feliz a la humanidad toda es porque Dios no quiere.... En conclusión, entiéndanse usted y el Padre Gracián para que yo pueda ver al Sr. Navarro y hablarle de un asunto que no es político y sólo a él y a mí nos interesa. ?él vive...?
--No sé si debo decírselo a usted en este momento, antes de que el mismo Sr. D. Carlos, bellísima persona, jí, jí... antes de que el mismo Sr. D. Carlos Navarro de licencia para que usted le vea. Ya lo arreglaré yo. Vuélvase ma?ana por esta su
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