novedad alguna después de dejar las tropas en los puntos convenidos. Pero el Bulusan que fué á Masbate para recoger la columna del Coronel D. Mariano Riego de Dios y trasladarla á Samar, fué visto por los ca?oneros espa?oles Elcano y Uranus, atacándole el primero hasta el punto de hacerle zozobrar en aquellas aguas, no sin experimentar los vapores espa?oles, da?os de alguna consideración, causados por nuestras tropas. La tripulación del Bulusan se salvó afortunadamente, ganando la playa a nado.
IX.
EL VAPOR ?COMPA?íA DE FILIPINAS?
Al poco tiempo se presentó en Cavite el vapor espa?ol Compa?ía de Filipinas, apresado por los revolucionarios en aguas de Aparri. Inmediatamente fué artillado y despachado con tropas para Olongapó; pero hubo de darse orden á otro ca?onero nuestro para que volviera á petición del almirante Dewey, á fin de resolver la reclamación del cónsul francés acerca de dicho vapor. Enterado el almirante de que el Compa?ía de Filipinas había sido apresado con bandera espa?ola, se abstuvo de entender en el asunto, remitiéndome la carta reclamación del cónsul francés, afirmando el Almirante que él y sus fuerzas nada tenían que ver en el asunto.
Asi concluyó este incidente, que demuestra con claridad el reconocímiento y la protección que dispensaba el almirante Dewey á la revolución filipina.
El ?Filipinas?, que así se llamó desde entonces el vapor en cuestión, siguió en viaje á Olongapó, y á su vuelta llevó la expedición de tropas para libertar del poder de Espa?a las provincias del valle de Gagayán y las islas Batanes.--Este vapor que de nuevo cambió de nombre y que hoy se llama Luzón, se encuentra en el rio grande de Cagayán, varado por haber sufrido averiaavería, en su máquina.
En todas las expediciones, nuestros barcos antes de zarpar saludaban al Olimpia como buque insignia, cumpliendo así deberes de cortesía internacional, siendo contestados nuestros saludos con iguales demostraciones de amistad.
X.
LA PROCLAMACIóN DE LA INDEPENDENCIA
El Gobierno Dictatorial dispuso la proclamación de la Independencia filipina en el pueblo de Káwit, para el 12 de Junio. Al efecto envié una Comisión para dar conocimiento de ella al almirante, invitándole al propio tiempo para asistir al acto, que se verificó con toda solemnidad. El almirante mandó á su Secretario para excusar su asistencia, alegando que era día de correo.
A fines del mismo Junio, el ca?onero espa?ol Leyte huyó para Manila, de los rios de Macabebe en donde estaba sitiado por fuerzas del General Torres, y llevaba parte de las tropas y voluntarios que mandaba el coronel filipino D. Eugenio Blanco; pero habiendo sido visto por un crucero americano, se rindió voluntariamente. El almirante Dewey me entregó todos los prisioneros y todas las armas, menos el vapor, pero más tarde reclamó la devolución de los prisioneros, después de la Capitulación de Manila.
En 4 de Julio llegó la primera expedición militar de Estados Unidos al mando del General Anderson, siendo alojados en el Arsenal de Cavite.
Poco antes de llegar esta expedición militar, y las que despues vinieron con el General Merrit, el almirante Dewey, envió á su Secretario, al Gobierno Dictatorial pidiéndome permiso para colocar las tropas americanas en Tambò y Maytubig, lugares de los pueblos de Para?aque y Pasay; á todo lo que el Gobierno Dictatorial accedió debido á las honradas promesas del almirante Dewey arriba consignadas.
En el mismo mes de Julio, se presentó en Cavite el almirante acompa?ado del General Anderson, y despues de los saludos de cortesía, me dijo:--Ha visto V. confirmado todo cuanto le he dicho y prometido.--Qué bonita es vuestra bandera.--Tiene un triángulo y se parece á la de Cuba.--Me dará V. una de recuerdo cuando yo regrese á América?
Le contesté que estaba convencido de su honrada palabra y de la ninguna necesidad de extender en documento sus convenios; y que en cuanto á la bandera, podía contar con ella aunque fuera en el momento.
Dewey continuó: Los documentos no se cumplen cuando no hay honor, como ocurrió con lo que Vd. pactó con los espa?oles que faltaron á lo escrito y firmado. Confíen Vds. en mi palabra, que yo respondo de que Estados Unidos reconocerá la Independencia del país.--Pero les recomiendo guarden por ahora mucha reserva en todo cuanto hemos hablado y convenido.--Y además, les suplico tengan paciencia, si nuestros soldados atropellan á algún filipino; pues como voluntarios carecen aún de disciplina.
Contesté al almirante que tendría presente todas sus recomendaciones de reserva, y que en cuanto á los abusos de los soldados, ya se habían dado las órdenes convenientes sobre el particular, haciendo al almirante igual advertencia con respecto á nuestros soldados.
XI.
LA COMISIóN ESPA?OLA
El almirante cambiando repentinamente el curso de la conversación, me preguntó: ?porqué no se alzan los vecinos de Manila, como lo han hecho ya los de provincias? ?Será verdad que aceptan la autonomía ofrecida por el General Augustín con Asamblea de Representantes? ?Será cierto el aviso que he recibido, que ha
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