y el tac��n rojo. Aun la metrificaci��n suele ser ex��tica. Pero hay ternuras como la de Guerrero, tejiendo su canto A Hispania en el romance rotundo de los abuelos peninsulares.
Los poetas de este PARNASO, por lo general, no parecen descubrir en su solar motivos de inspiraci��n. Porque los encuentra, elogia Guerrero a Marfori en el proemio de _Aromas de ensue?o_. Ni el paisaje, tan sugeridor, les tienta, de lo que se duele el ya citado erudito de los Santos Crist��bal en el pr��logo a Palomicas de mi palomar, de Felipe A. de la C��mara. Acaso lamentos tales obraron como nervino sobre algunas idiosincrasias, pues Ap��stol, Recto, Vald��s, Marfori, en composiciones recientes, plasman sensaciones de aquella prodigiosa Naturaleza.
Recapitulaci��n de tildes. Es frecuente en los filipinos, aun los ilustrados, el sesear, defecto emergente de carecer del fonetismo de la ce sus lenguas vern��culas. De ah�� el aconsonantar besos con rezos_ y _sonrisa_ con _sinfoniza_. Otro vate consuena jazm��n_ con _jard��n_, lo que es menos explicable. Un tercero, queriendo decirle "rimador" a Rueda le dice rimero, cosa bien distinta... Pero no desmenucemos. En la construcci��n, es anomal��a reiterada la de emplear los varios modos de los verbos cual si tuvieran igual valor en el tiempo.
Ata?e este tema de los poetas filipinos pronunci��ndose por el castellano, a otro de transcendencia nacional: la perdurabilidad de nuestro idioma en el lejano Oriente.
Norte-Am��rica hizo, hace y har�� lo posible por desarraigarle. Es un hecho que desde 1911 el lenguaje oficial obligatorio de las islas es el ingl��s; pero otro que dos a?os antes, o sea a los once de f��rula "yankee", se publicaban en el Archipi��lago 79 peri��dicos, de los que 29 estaban redactados en castellano, 15 en lenguas vern��culas, 16 en castellano y lenguas vern��culas, 11 en ingl��s, 1 en castellano, ingl��s y lengua vern��cula y 7 en castellano e ingl��s[2]. Ahora mismo, "La Vanguardia" y "El Debate", los diarios filipinos de mayor autoridad y circulaci��n, en castellano se imprimen. Es tambi��n un hecho que de los 40 poetas insulares catalogados en esta ANTOLOG��A poseen el ingl��s cuantos moran en las islas; pero otro que todos escriben ?y sienten! sus composiciones en castellano. Y as��, cuando vemos como t��tulo de una el Awake britano en lugar del espa?ol, Despierta, nos sentimos sorprendidos, como defraudados...
[Nota 2: El idioma castellano en Filipinas.--Art��culo de Antonio Medrano en la revista "Cultura Filipina". n.o I, Abril de 1***]
No parece pr��xima la concesi��n al solar rizalino de la independencia que ans��a. Tanto peor para el idioma ingl��s. Porque el nacionalismo, henchido de brillantes poetas y prosistas, por dar en rostro al detentador, m��s ahincadamente emplear�� y propagar�� nuestro romance.
Y arribada la independencia, que al fin ha de llegar, insuficientes las lenguas vern��culas para las relaciones exteriores, as�� como el Jap��n, en trance parigual, escogi�� el ingl��s, el nuevo estado, si cae del lado del coraz��n, elegir�� el castellano. Al fin, el ��rea de los pa��ses de habla hispana es superior al ��rea de los territorios de habla inglesa, y como idioma internacional el imperio del castellano ser�� creciente, por lo prol��fico de la raza, por el desarrollo de las j��venes rep��blicas de Am��rica, por haber sustitu��do su ense?anza a la del ingl��s y franc��s en las naciones que cuando la gran guerra lucharon frente a la Entente, y por extenderse el cultivo en las de ��sta misma, con vistas a los mercados del Nuevo Mundo.
?Sean los bardos tagalos paladines en su dorada Malasia del idioma colonizador!
Que "en Flandes se puso el sol"; pero para la lengua castellana no se ha puesto todav��a...
Algunas l��neas para justificar la incorporaci��n al PARNASO de la secci��n consagrada a los _Poetas espa?oles en Filipinas_.
Apenas esgrimiendo el plectro, durante nuestra dominaci��n, los nativos, por las razones apuntadas, ?era posible que una robusta colonia de espa?oles alentara sin ejercitar el noble arte de la Poes��a? No, por cierto. Siempre hubo poetas, pero m��s desde que la prensa fu��se extendiendo. El culto estuvo reservado a una minor��a de peninsulares, que, sin entrar de lleno en el pa��s, estim��ndose transe��ntes, no recibieron la sugesti��n de aquellas almas ni de aquella Naturaleza. A que la inspiraci��n po��tica volara rastrera contribuyeron el medio y la censura de imprenta, tambi��n aplicada a la raza dominadora. Era de mal tono loanzar al pa��s sin muchas reservas y alguna iron��a; y quien con perennidad lo hiciera, corr��a el riesgo de que le apellidaran filibustero...
Aquellos metrificadores hispanos fueron, por lo com��n, "poetas de 'Madrid C��mico', fabricantes de versitos festivos, sin pretensiones" ni transcendencia. De los que merecieron dictado de poetas se han recogido muestras. Hay entre ellos dos, Manuel Romero de Aquino y Jos�� Garc��a Collado, sobre cuya obra requerimos la atenci��n del lector. Peninsulares ambos; pero emigrantes en edad moza al Archipi��lago, all�� besaron las pimpleides su frente de elegidos. All�� murieron, desconocidos de la tierra
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