Domingo, donde eftuvimos cafi quarenta i cinco dias, proveiendonos
de algunas cofas necefarias, feñaladamente de Caballos. Aqui nos
faltaron de nueftra Armada mas de ciento i quarenta Hombres, que fe
quifieron quedar alli, por los partidos, i promefas, que los de la Tierra
les hicieron. De alli, partimos, i llegamos à Santiago (que es Puerto en
la Isla de Cuba) donde en algunos dias, que eftuvimos, el Governador
fe rehiço de Gente, de Armas, i de Caballos. Sufcediò alli, que vn
Gentil-hombre, que fe llamaba Vafco Porcalle, Vecino de la Trinidad
(que es en la mifma Isla) ofrefciò de dàr al Governador ciertos
Baftimentos, que tenia en la Trinidad, que es cien Leguas del dicho
Puerto de Santiago. El Governador, con toda la Armada, partiò para
allá: mas llegados à vn Puerto, que fe dice Cabo de Santa Cruz, que es
mitad del camino: parefciòle, que era bien efperar alli, i embiar vn
Navio, que truxefe aquellos Baftimentos, i para efto mandò à vn
Capitan Pantoja, que fuefe allá con fu Navio, i que Yo, para mas
feguridad, fuefe con èl, i èl quedò con quatro Navios, porque en la Isla
de Santo Domingo havia comprado vn otro Navio. Llegados con eftos
dos Navios al Puerto de la Trinidad, el Capitan Pantoja fue con Vafco
Porcalle à la Villa, que es vna Legua de alli, para refcebir los
Baftimentos: Yo quedè en la Mar con los Pilotos, los quales nos
dixeron, que con la maior prefteçfa, que pudiefemos, nos
defpachafemos de alli, porque aquel era un mui mal Puerto, i fe folian
perder muchos Navios en èl; i porque lo que alli nos fucediò, fue cofa
mui feñalada, me parefciò, que no feria fuera de propofito, i fin, con
que Yo quife efcrevir efte Camino, contarla aqui. Otro dia de mañana
començò el tiempo à dàr no buena feñal, porque començò à llover, i el
Mar iba arreciando tanto, que aunque Yo dì licencia à la Gente, que
faliefe à Tierra, como ellos vieron el tiempo que hacia, i que la Villa
eftaba de alli vna Legua, por no eftàr al Agua, i frio, que hacia, muchos
fe bolvieron al Navio. En efto vino vna Canoa de la Villa, en que me
traìan vna Carta de vn Vecino de la Villa, rogandome, que me fuefe allà,
i que me darian los Baftimentos, que hoviefe, i necefarios fuefen; de lo
qual Yo me efcusè, diciendo, que no podia dexar los Navios. A medio
dia bolviò la Canoa con otra Carta, en que con mucha importunidad
pedian lo mifmo: i traìan vn Caballo en que fuefe. Yo dì la mifma
refpuefta que primero havia dado, diciendo, que no dexaria los Navios;
mas los Pilotos, i la Gente me rogaron mucho, que fuefe, porque diefe
priefa que los Baftimentos fe truxefen lo mas prefto que pudiefe fer,
porque nos partiefemos luego de alli, donde ellos eftaban, con gran
temor, que los Navios fe havian de perder, fi alli eftuviefen mucho. Por
efta raçon Yo determinè de ir à la Villa, aunque primero que fuefe,
dexè proveìdo, i mandado à los Pilotos, que fi el Sur, con que alli
fuelen perderfe muchas veces los Navios, ventafe, i fe viefen en mucho
peligro, diefen con los Navios al travès, i en parte que fe falvafe la
Gente, i los Caballos; i con efto Yo fali, aunque quife facar algunos
conmigo, por ir en compañia, los quales no quifieron falir, diciendo,
que hacia mucha Agua, i frio, i la Villa eftaba mui lexos, que otro dia,
que era Domingo, faldrian, con el aiuda de Dios, à oìr Mifa. A vna hora,
defpues de Yo falido, la Mar començò à venir mui brava, i el Norte fue
tan recio, que ni los Bateles ofaron falir à Tierra, ni pudieron dàr en
ninguna manera con los Navios al travès, por fer el viento por la Proa;
de fuerte, que con mui gran trabajo, con dos tiempos contrarios, i
mucha Agua que hacia, eftuvieron aquel dia, i el Domingo, hafta la
noche. A efta hora, el Agua, i la Tempeftad, començò à crefcer tanto,
que no menos Tormenta havia en el Pueblo, que en la Mar, porque
todas las Cafas, i Iglefias fe caieron, i era necefario que anduviefemos
fiete, ò ocho Hombres abraçados vnos con otros, para podernos
amparar, que el viento no nos llevafe; i andando entre los Arboles, no
menos temor teniamos de ellos, que de las Cafas, porque como ellos
tambien caìan, no nos matafen debaxo. En efta tempeftad, i peligro,
anduvimos toda la noche, fin hallar parte, ni lugar, donde media hora
pudiefemos eftàr feguros.
Andando en efto, oìmos toda la noche, efpecialmente defde el medio de
ella, mucho eftruendo, i grande ruido de voces, i gran fonido de
Cafcaveles, i de Flautas, i Tamborinos, i
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