Memorias de un vigilante | Page 9

José Alvarez
para una se?orita joven pero honrada; no se?or, ellas iban seguras a su objeto, serenas, tranquilas, y no necesitaban indicaciones ni lazarillos.
No se las veía en las antesalas haciendo esperas, porque conocían las horas del despacho, y si se adelantaban por un caso fortuito, se paseaban en los corredores con aires de due?as de casa, o formaban en la rueda de los ordenanzas y porteros, donde salpicaban los comentarios banales o los chismes corrientes, con la observación mordaz o el relato pimentado, recogido de "los mismos labios de los de la presidencia", "de los del Congreso" o de cualquier otro foco de fama indiscutible.
Yo, en mi facción al lado de la Mesa de Entradas y Salidas, que es su teatro, las veía en toda su magnificencia y gozaba en grande, viéndolas desfilar en su opulenta variedad.
Al principio creía en sus amenazas, en sus cóleras, en sus penas y hasta en sus súplicas, pero después me convencí de la realidad--comedia pura--y al cabo de dos o tres días oía los diálogos con curiosidad, pero sin interesarme mayormente ni por el asunto ni por quienes lo trataban.

IX
CINEMATóGRAFO
Se acercaba a la ventanilla, tras la cual estaba el empleado encargado del despacho, una se?ora seria, pero con una seriedad de esas que llaman la atención en dondequiera y a cualquier hora y se sucedían los diálogos y las escenas.
--?Para servir a usted!... ?El expediente número cuatrocientos veinticinco, letra L, de la serie H?
--?Está en Contaduría, se?ora!
--?En Contaduría?... ?Pero qué escándalo! ?Es inaudito! ?Hace seis meses que está en la misma oficina! ?Esa Contaduría es una carreta, se?or! ?Seis meses para una simple toma de razón; usted ve que eso habla muy poco en favor de la administración nacional! A Dios gracias tengo buenas relaciones en la prensa y ya verá usted la mosquita que le haré poner[58] al se?or contador... ?Ya verá usted y se reirá!... ?Y no sabe cuándo vendrá el tan célebre expediente?
--No, se?ora..., ?no puedo decirle nada al respecto!
La se?ora se sonríe y exclama, por si acaso, como quien tira un anzuelo por si pica.
--?Muchas veces en ustedes pende el despacho!... ?No me diga usted a mí; conozco muy bien lo que son oficinas!
Y no teniendo respuesta a su jactancia, se retiraba con aire majestuoso y cedía el puesto a otra dama también de fuste[59], aunque bastante vivaracha y nerviosa.
--?El expediente número mil cuatro, letra P, sobre embargo de sueldo al vigilante Zacarías Machete?..., ?un guardián que no le gusta pagar casa y que tiene unas costumbres que da vergüenza!... Figúrese usted que...
--Por orden del se?or ministro, se?ora, esos expedientes dientes están reservados... Son tantos, que para firmarlos se necesita un mes entero...
--Es decir que el público es nadie, y que tenemos que aguantar...
--Pero se?ora, es que...
--?No me diga usted, no me diga!... ?Todo es porque el ministro no se incomode!... ?Cuidado, no se vaya a mancar firmando!
--Pero se?ora, si es que...
--?Yo sé bien, sí, lo que hay en todo esto; lo que se necesita para mover los asuntos, son recomendaciones, cartitas, empe?os[60]... y aceite para la máquina!...[61] ?Pero, déjese usted estar; yo veré al ministro y le contaré lo que pasa! ?Se ponen ustedes a charlar y a tomar té, y no llevan los asuntos a la firma! ?Ya verán ustedes el trote[62] que les voy a meter!
--Pero se?ora... ?mire usted que está faltando[63] en la oficina!
--?Ahora mismo voy a ver al ministro, y ya sabrá usted si estoy faltando!
El empleado ve que toda reflexión es inútil y se retira de la ventanilla.
La se?ora se aleja, vociferando y maldiciendo de los empleados, de su falta de educación, de su descortesía con las se?oras, y jurando que les hará ajustar las cuentas, aunque tenga que perder un ojo de la cara.
?Ya verán con su sobrino, noticiero de un diario de oposición y mozo que tiene una pluma que es un serrucho de reputaciones!
Y aparece tras ella otra se?ora, pero ésta no es como las anteriores, sino humilde, inocente, y en su fisonomía no hay rasgo revelador de las tempestades que rugen en su alma.
--El expediente sobre concesión de bosques en el Chaco, iniciado por don Palemón Tagliarin... ?podría usted informarme?
--?Qué número tenía, se?ora?
--?El número no lo sé... pero si usted me hiciera el obsequio de buscar por la letra!...
--?Hay una enormidad de expedientes, se?ora, y me es imposible echarme a buscar entre ellos el suyo... así... sin dato ninguno!...
--?Le agradecería, se?or, que me lo buscara: es un favor!... Fue presentado en noviembre...
El empleado, refunfu?ando, comienza a remover enormes masas de papel, y al fin extrae el codiciado expediente.
--?Vaya... aquí está! ?Hay una reposición de sellos!
--?Qué resolución tiene, se?or?
--No puedo decírsela hasta que no me traiga usted tres sellos.
--Pero se?or, soy una persona...
--Es inútil, se?ora; yo no quiero que me caiga una multa... ?Traiga usted los sellos y sabrá la resolución!
La se?ora
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