antes de separarnos, quisiera veros cara a cara. Oigo vuestras voces, cuya dulzura melancolica se asemeja a las armonias melodiosas en medio de un lago cristalino; veo la inmovil claridad de una grande estrella, pero nada mas. Pareced a mi presencia tales como sois, uno despues de otro o todos juntos, pero en vuestra forma acostumbrada.
EL ESPIRITU.
Nosotros no tenemos otra forma que la de los elementos de los que somos el alma y el principio; pero designanos la forma que quieras, y sera la que adoptaremos.
MANFREDO.
Poco importa la forma; no hay ninguna sobre la tierra que sea hermosa o hedionda para mi: que aquel que entre vosotros este dotado de mas poder, tome el aspecto que le convenga. Yo lo espero.
[El septimo Espiritu aparece bajo la figura de una hermosa muger.]
EL SEPTIMO ESPIRITU.
Miradme.
MANFREDO.
iO cielo! ?sera esto una ilusion? si tu no fueses un sueno o una imagen enganosa iaun podria considerarme dichoso! te estrecharia entre mis brazos y aun podriamos... (_la muger desaparece_). Mi corazon se halla destrozado.
[Manfredo cae desmayado, y una voz hace oir el canto que sigue.]
Cuando la luna brillara en las regiones aereas, el gusano fosforico en los cespedes, el meteoro al rededor de las sepulturas y una llama rojiza sobre las lagunas; cuando aparecera el relampago repentino de las estrellas que caigan, cuando los buhos haran oir sus tristes conciertos y las hojas permaneceran inmoviles y silenciosas en el bosque que cubre la colina, mi alma pesara sobre la tuya con fuerza y de una manera terrible.
Por profundo que sea tu sueno tu espiritu no dormira; hay algunas sombras que nunca se desvaneceran para ti, y algunos pensamientos que nunca podras desterrar de tu corazon. Por un poder que te es desconocido, no podras nunca estar solo: este encanto secreto te envuelve como una mortaja, y es como una nube que te servira de prision.
Aunque tu no me veas pasar por tu lado, tus ojos me reconoceran como un objeto que no debe estar lejos, y que estaba cerca de ti habia muy poco. Cuando en este terror secreto volveras la cabeza, quedaras sorprendido de no verme con tu sombra sobre la tierra, y estaras obligado a disimular el poder cuyos efectos esperimentaras.
Las palabras magicas pronunciadas sobre tu cabeza han atraido alli una maldicion terrible, y uno de los espiritus aereos te ha hecho caer en el lazo: en el soplido del viento habra una voz que te privara el alegrarte; la noche te negara el silencio de las sombras, y no podras ver brillar el sol sin desear al momento el es del dia.
Yo he separado de tus lagrimas perfidas la esencia de un veneno mortal, he escogido la sangre mas negra de tu corazon, he arrancado a tu sonrisa la serpiente que se mantenia escondida en las arrugas de tu rostro, he tomado el hechizo que hacia tus labios tan peligrosos, he comparado todas estas ponzonas a los venenos mas sutiles; los tuyos son aun mas temibles.
Por tu corazon de hierro y tu sonrisa de vibora, por tus ardides fatales, por tus miradas enganosas, por tu alma hipocrita, por tus artificios seductores y tu falsa sensibilidad, por el placer que encuentras en el dolor de los otros, por la fraternidad con Cain, vengo a condenarte a que seas tu mismo tu infierno.
Derramo sobre tu cabeza el licor magico que te destina a los tormentos que te preparo, el sueno y la muerte estaran sordos a tus deseos y a tus suplicas; veras la muerte a tu lado para desearla y temerla. Pero ya tu decreto se cumple, y una cadena invisible te rodea con sus eslabones; mis palabras magicas producen su efecto: tu cabeza se turba y tu corazon esta proximo a marchitarse.
ESCENA II.
[El teatro representa el monte Jungfro; el dia da principio. Manfredo esta solo entre las rocas.]
MANFREDO.
Los espiritus que habia invocado me abandonan, las ciencias magicas que habia estudiado me son inutiles. Busco un remedio a mis males y no he hecho sino agriarlos: ceso de contar con el socorro de los espiritus; lo pasado no es de su resorte, y el porvenir ... hasta tanto que tambien este sepultado en la noche de los tiempos, me causa muy poca inquietud. iO tierra en donde he nacido! aurora radiante, y vosotras altas montanas ? porque sois tan hermosas? Yo no puedo amaros. Y tu, antorcha brillante del universo, que estiendes tu luz sobre toda la naturaleza, y la haces temblar de gozo, tu no puedes lucir en mi helado corazon. Desde esta cima escarpada veo las orillas del torrente, los pinos magestuosos que la distancia los hace semejantes a los humildes arbustos; y cuando un solo movimiento bastaria para hacer pedazos mi cuerpo sobre esta cama de rocas, y para fijarlo en un eterno descanso, ?por que razon estoy dudoso?
Siento el deseo
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