Las inquietudes de Shanti Andia | Page 7

Pío Baroja
mismo tiempo, cerora de la iglesia y mujer del sacrist��n. La Joshepa I?ashi viv��a en una casa antigua y negra, pr��xima a la parroquia y dependiente de ��sta. Como el sacrist��n era un simple, la cerora dispon��a lo que hab��a de hacerse en los altares y color de las casullas. Constantemente estaba consultando el a?alejo. Cuando yo iba a casa de la Joshepa I?ashi, con la _I?ure_, sol��amos meternos en la cocina y haciamos hostias peque?as y grandes, echando un poco de harina y agua en una plancha y calent��ndola al fuego.
Mi madre se pasaba casi todo el d��a con mi abuela; pero no quer��a ir a vivir con ella, conociendo de sobra el car��cter dominador y absorbente de do?a Celestina.
[Ilustraci��n]
La casa de mi abuela se llamaba Aguirreche, en vascuence, Casa de Aguirre, y era, y sigue siendo, de las mejores del pueblo.
Ten��a el aspecto severo de esos antiguos caserones de piedra del pa��s vasco: el color negro, el tejado muy saliente, una fila de balcones muy espaciados, con los hierros llenos de florones y adornos; encima unas peque?as ventanas, y un escudo grande en el chafl��n.
La casa se hallaba incrustada entre casuchas negras, en la parte m��s baja de L��zaro, rodeada de callejuelas tortuosas y h��medas.
En aquella ��poca en que viv��a mi abuela, sol��a verse Aguirreche casi siempre cerrada, lo que produc��a una impresi��n de tristeza, mitigada un tanto por las muchas flores que resplandec��an en los balcones.
Entrando, se experimentaba una sensaci��n de ahogo y de lobreguez. El zagu��n, pintado de azul, era obscuro, con las paredes desconchadas y salitrosas; la escalera, de casta?o, torcida y apolillada; en el rellano principal, dentro de una hornacina, brillaba una virgen pintada en tabla, dorada y estofada.
La casa de mi abuela ten��a muchos cuartos con puertas de cuarterones, que nunca se abr��an. Estos cuartos, de paredes encaladas, con las vigas del techo al descubierto y el piso con grandes tablas obscuras, ya combadas por el tiempo, estaban vac��os.
Mi abuela y mi t��a ��rsula se hallaban pose��das por la man��a de poner el suelo brillante, y las dos, y una muchacha, sol��an estar encer��ndolo y frot��ndolo hasta dejarlo como un espejo.
En la sala, s��ntesis y recapitulaci��n de lo m��s selecto de Aguirreche, el lustre era ya sagrado. Aquel cuarto pod��a llamarse el altar de la familia; nada gozaba del honor de encontrarse all�� si no ten��a historia; las sillas de damasco rojo, los dos o tres veladores de laca, el espejo, el cuadro con la ejecutoria de los Aguirres, el arca.... De cada cosa de ��stas, mi abuela, o mi t��a ��rsula, pod��an hablar media hora.
Del techo de aquella sala colgaba una fragata de marfil y de ��bano, con todos sus palos, sus velas y sus ca?ones correspondientes.
En el sitio de honor, encima del sof��, se ve��a un dibujo iluminado. Representaba un barco luchando con las olas en medio de un temporal; el capit��n aparec��a atado al palo mayor, dando ��rdenes, y sobre el mar embravecido se ve��an tablas y cubas. El barco ��ste era La Constancia, fragata que mand��, durante mucho tiempo, el padre de mi abuela.
El dibujo ten��a al pie esta inscripci��n:
?La fragata espa?ola La Constancia, al mando de su capit��n don Blas de Aguirre, al amanecer del d��a 3 de febrero de 1793, en el meridiano de la isla Rodrigo, atormentada con mares gruesas del nordeste y sudeste, corriendo un hurac��n en su viaje de Manila a C��diz, en el que perdi�� todos los gallineros de la toldilla, vasijer��a, cubas y varias tablas de obra muerta.
Pintado por _Ant.�� de Iturrizar_.
Yo me figuraba antes, recordando las exageraciones de mi abuela, que este cuadro tendr��a alg��n valor; pero despu��s he visto que es un grabado de la ��poca, en el cual se pon��a al pie una leyenda explicativa, y serv��a a los marinos vascos de ex voto para llevarlo a la iglesia de Bego?a, a la Virgen de Guadalupe o a Nuestra Se?ora de Iciar.
[Ilustraci��n]
A los lados de La Constancia se ve��an dos grabados en color, con sus respectivas leyendas: ?Nav��o de l��nea, espa?ol, visto a proa de la amura de sotavento, en facha y saludando?, dec��a en uno; en el otro: ?Nav��o espa?ol del porte de 112 ca?ones, fondeado, visto por su median��a o portal��n.?
Todav��a estos dos grabados siguen haciendo compa?��a a La Constancia, en donde est�� mi bisabuelo atado al palo mayor, en el momento en que promet��a un cirio a la Virgen de Rota.
Hab��a tambi��n en casa de mi abuela, encerrados en marcos de caoba, unos grabados ingleses que representaban la batalla naval entre la fragata inglesa Eurotas y la francesa Clorinda, en 1814. Eran tres: en el primero se ve��an los dos buques, con las velas desplegadas, que iban acerc��ndose; el segundo fijaba el preciso momento del fragor del combate, y en el ��ltimo los dos nav��os estaban
Continue reading on your phone by scaning this QR Code

 / 107
Tip: The current page has been bookmarked automatically. If you wish to continue reading later, just open the Dertz Homepage, and click on the 'continue reading' link at the bottom of the page.