La Edad de Oro: publicación mensual de recreo e instrucción dedicada a los niños de | Page 4

José Martí Pérez
sus tierras a los indios. El publicó un periódico que llamó El Despertador Americano. Ganó y perdió batallas. Un día se le juntaban siete mil indios con flechas, y al otro día lo dejaban solo. La mala gente quería ir con él para robar en los pueblos y para vengarse de los espa?oles. El les avisaba a los jefes espa?oles que si los vencía en la batalla que iba a darles los recibiría en su casa como amigos. ?Eso es ser grande! Se atrevió a ser magnánimo, sin miedo a que lo abandonase la soldadesca, que quería que fuese cruel. Su compa?ero Allende tuvo celos de él, y él le cedió el mando a Allende. Iban juntos buscando amparo en su derrota cuando los espa?oles les cayeron encima. A Hidalgo le quitaron uno a uno, como para ofenderlo, los vestidos de sacerdote. Lo sacaron detrás de una tapia, y le dispararon los tiros de muerte a la cabeza. Cayó vivo, revuelto en la sangre, y en el suelo lo acabaron de matar. Le cortaron la cabeza y la colgaron en una jaula, en la Alhóndiga misma de Granaditas, donde tuvo su gobierno. Enterraron los cadáveres descabezados. Pero México es libre.
San Martín fue el libertador del Sur, el padre de la República Argentina, el padre de Chile. Sus padres eran espa?oles, y a él lo mandaron a Espa?a para que fuese militar del rey. Cuando Napoleón entró en Espa?a con su ejército, para quitarles a los espa?oles la libertad, los espa?oles todos pelearon contra Napoleón: pelearon los viejos, las mujeres, los ni?os; un ni?o valiente, un catalancito, hizo huir una noche a una compa?ía, disparándole tiros y más tiros desde un rincón del monte: al ni?o lo encontraron muerto, muerto de hambre y de frío; pero tenía en la cara como una luz, y sonreía, como si estuviese contento. San Martín peleó muy bien en la batalla de Bailén, y lo hicieron teniente coronel. Hablaba poco: parecía de acero: miraba como un águila: nadie lo desobedecía su caballo iba y venía por el campo de pelea, como el rayo por el aire. En cuanto supo que América peleaba para hacerse libre, vino a América: ?qué le importaba perder su carrera, si iba a cumplir con su deber?: llegó a Buenos Aires: no dijo discursos: levantó un escuadrón de caballería: en San Lorenzo fue su primera batalla: sable en mano se fue San Martín detrás de los espa?oles, que venían muy seguros, tocando el tambor, y se quedaron sin tambor, sin ca?ones y sin bandera. En los otros pueblos de América los espa?oles iban venciendo: a Bolívar lo había echado Morillo el cruel de Venezuela: Hidalgo estaba muerto: O'Higgins salió huyendo de Chile: pero donde estaba San Martín siguió siendo libre la América. Hay hombres así, que no pueden ver esclavitud. San Martín no podía; y se fue a libertar a Chile y al Perú. En dieciocho días cruzó con su ejército los Andes altísimos y fríos: iban los hombres como por el cielo, hambrientos, sedientos: abajo, muy abajo, los árboles parecían yerba, los torrentes rugían como leones. San Martín se encuentra al ejército espa?ol y lo deshace en la batalla de Maipú, lo derrota para siempre en la batalla de Chacabuco. Liberta a Chile. Se embarca con su tropa, y va a libertar al Perú. Pero en el Perú estaba Bolívar, y San Martín le cede la gloria. Se fue a Europa triste, y murió en brazos de su hija Mercedes. Escribió su testamento en una cuartilla de papel, como si fuera el parte de una batalla. Le habían regalado el estandarte que el conquistador Pizarro trajo hace cuatro siglos, y él le regaló el estandarte en el testamento al Perú. Un escultor es admirable, porque saca una figura de la piedra bruta: pero esos hombres que hacen pueblos son como más que hombres. Quisieron algunas veces lo que no debían querer; pero ?qué no le perdonará un hijo a su padre? El corazón se llena de ternura al pensar en esos gigantescos fundadores. Esos son héroes; los que pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras, no son héroes, sino criminales.

Dos milagros
/P Iba un ni?o travieso Cazando mariposas; Las cazaba el bribón, les daba un beso, Y después las soltaba entre las rosas.
Por tierra, en un estero, Estaba un sicomoro; Le da un rayo de sol, y del madero Muerto, sale volando un ave de oro. P/

Me?ique
(Del francés, de Laboulaye)
Cuento de magia, donde se relata la historia del sabichoso Me?ique, y se ve que el saber vale más que la fuerza.
--I--
En un país muy extra?o
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