Filosofia fundamental | Page 6

Jaime Balmes
y aun si bien se observa, mientras ella dura, se halla tan cierto como el mas rústico, de sus actos interiores, de la existencia del cuerpo propio, de los demás que rodean el suyo, y de mil otras cosas que constituyen el caudal de conocimiento necesario para los usos de la vida.
Desde el ni?o de pocos a?os hasta el varon de edad provecta y juicio maduro, preguntadles sobre la certeza de la existencia propia, de sus actos, internos y externos, de los parientes y amigos, del pueblo en que residen y de otros objetos que han visto, ó de que han oido hablar, no observaréis vacilacion alguna; y lo que es mas, ni diferencia de ninguna clase, entre los grados de semejante certeza; de modo que si no tienen noticia de las cuestiones filosóficas que sobre estas materias se agitan, leeréis en sus semblantes la admiracion y el asombro de que haya quien pueda ocuparse seriamente en averiguar cosas tan claras.
[18.] Como no es posible saber de qué manera se van desenvolviendo las facultades sensitivas intelectuales y morales de un ni?o, no es dable tampoco demostrar _á priori_, por el análisis de las operaciones que en su espíritu se realizan, que á la formacion de la certeza no concurren los actos reflejos; pero no será difícil demostrarlo por los indicios que de sí arroja el ejercicio de estas facultades, cuando ya se hallan en mucho desarrollo.
Si bien se observa, las facultades del ni?o tienen un hábito de obrar en un sentido directo, y no reflejo, lo cual manifiesta que su desarrollo no se ha hecho por reflexion, sino directamente.
Si el desarrollo primitivo fuese por reflexion, la fuerza reflexiva seria grande; y sin embargo no sucede así: son muy pocos los hombres dotados de esta fuerza, y en la mayor parte es poco menos que nula. Los que llegan á tenerla, la adquieren con asiduo trabajo, y no sin haberse violentado mucho, para pasar del conocimiento directo al reflejo.
[19.] Ense?ad á un ni?o un objeto cualquiera y lo percibe bien; pero llamadle la atencion sobre la percepcion misma, y desde luego su entendimiento se oscurece y se confunde.
Hagamos la experiencia. Supongamos un ni?o á quien se ense?an los rudimentos de la geometría.--?Ves esta figura, que se cierra con las tres líneas? Esto se llama triángulo: las líneas tienen el nombre de lados, y esos puntos donde se reunen las líneas se apellidan vértices de sus ángulos.--Lo comprendo bien.--?Ves esa otra que se cierra con cuatro líneas? es un cuadrilátero; el cual como el triángulo, tiene tambien sus lados y sus vértices.--Muy bien.--?Un cuadrilátero puede ser triángulo ó vice-versa?--Nó se?or.--Jamás?--Jamás.--?Y por qué?--?No ve V. que aqui hay cuatro y aqui tres lados? ?cómo pueden ser una misma cosa?--Pero quién sabe?..... á tí te lo parece..... pero.....--?Nó se?or, no lo ve V. aqui? este tres, ese otro cuatro, y no es lo mismo cuatro que tres.
Atormentad el entendimiento del ni?o tanto como querais, no le sacaréis de su tema: siempre notaréis su percepcion y su razon obrando en sentido directo, esto es, fijándose sobre el objeto; pero no lograréis que por sí solo dirija la atencion á los actos interiores, que piense en su pensamiento, que combine ideas reflejas, ni que en ellas busque la certeza de su juicio.
[20.] Y hé aquí un defecto capital del arte de pensar, tal como se ha ense?ado hasta ahora. A una inteligencia tierna, se la ejercita luego con lo mas difícil que ofrece la ciencia, el reflexionar: lo que es tan desacertado como si se comenzase el desarrollo material del ni?o, por los ejercicios mas arduos de la gimnástica. El desarrollo científico del hombre se ha de fundar sobre el natural, y este no es reflejo sino directo.
[21.] Aplíquese la misma observacion al uso de los sentidos.
?Oye Vd. qué música? dice el ni?o.--Cómo, qué música?--No oye Vd.? está Vd. sordo?--A tí te lo parece.--Pero se?or, ?si se oye tan bien!... ?cómo es posible?--Pero, ?cómo lo sabes?--Se?or si lo oigo!.....
Y de ese lo oigo no se le podrá sacar, y no lograréis que vacile, ni que para deshacerse de las importunidades apele á ningun acto reflejo: ?yo la oigo; ?no la oye Vd.?? para él no hay mas razon, y toda vuestra filosofía no valdría tanto como la irresistible fuerza de la sensacion que le asegura de que hay música, y que quien lo dude, ó se chancea ó está sordo.
[22.] Si las facultades del ni?o se hubiesen desarrollado en una alternativa de actos directos y reflejos, si al irse cerciorando de las cosas hubiese pensado en algo mas que en las cosas mismas, claro es que una continuacion de actos semejantes hubiera dejado huella en su espíritu, y que al encontrarse en una situacion apremiadora en que se le preguntaban los motivos de su certeza, hubiera
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