Expedicion de Catalanes y Argoneses al Oriente | Page 9

D. Francisco de Moncada
Constantinopla, y diesen su embajada de parte de toda la nacion. Llegaron en breves dias con una galera reforzada de Roger. Sabida su venida, y con alguna noticia de la Embajada que traian, fueron recibidos de Andronico con agradecido semblante y muestras de mucho amor. Propuso uno de los dos Embajadores, el m��s antiguo en a?os, su embajada: que los Catalanes y Aragoneses despu��s de hechas las paces entre C��rlos Rey de N��poles, y Don Fadrique Rey de Sicilia, �� quien ellos servian, determinaron no buscar reposo en su patria, sino acrecentar con nuevos hechos la gloria militar y fama adquirida en las pasadas guerras: que ten��an para esto fuerzas bastantes en n��mero y valor, soldados ejercitados por una larga y peligrosa guerra, Capitanes conocidos por sus victorias y nobleza de sangre; que en nombre de todos ellos le ofrec��an su ayuda contra los Turcos con doblado gusto y aficion, por ocupar sus armas �� favor de la casa de los Pale��logos, amigos ��nicos de la de Aragon, cuando sus partes estaban muy caidas, y dilatar su Imperio, destruyendo juntamente el de los enemigos del nombre Cristiano, que con tanta audacia y orgullo le querian establecer en las Provincias usurpadas al Imperio Griego.
Quedaron los Emperadores content��simos con la no esperada embajada y ofrecimiento de los Catalanes, �� su parecer tan importante �� sus intereses, porque entendieron que aquellos mismos, que se les ven��an �� ofrecer, eran los que con tanto espanto y temor de toda Italia ganaron y sustentaron el Reino de Sicilia. Agradeci�� con palabras magn��ficas el gusto con que toda la nacion le ofrec��a servir, y con el mismo les recibi��. Quiso que luego se platicasen las condiciones con que habian de militar; y as�� los Embajadores pidieron conforme sus instrucciones el sueldo para la gente de guerra, y que �� Roger se le diese el t��tulo de Megaduque, y por muger una de sus nietas, porque queria con tales prendas asegurarse m��s en su servicio. Andronico sin alterar ni mudar cosa de las que le pidieron, las concedi��, sin reparar en la calidad y estado de Roger desigual al de su nieta; pero toda esta desigualdad pudo igualar la reputacion de la gente, que como General gobernaba, y verse el Griego tan oprimido de las armas de los Turcos, y poco seguro de la fidelidad de los suyos.
Viv��a ciego y desterrado en una aldea Bitinia Juan Lascar, legitimo sucesor del Imperio, y aunque in��til para ocuparle, viviendo ��l, era la posesion de Andronico tir��nica, y causa muy justificada para tomar las armas los mal contentos del gobierno presente; y as�� lleno de temores y recelos, le fu�� forzoso valerse de naciones extranjeras para la guerra y defensa de su persona. Recibi�� en su servicio diez mil Massegatas, �� quien el vulgo llama Alanos, gente b��rbara de costumbres, Cristianos en la f�� mas que en las obras. Tenian su morada de la otra parte del Danubio, y reconoc��an por se?ores �� los Scitas de Europa. Embiaron primero al Emperador su embajada ofreciendo servirle. Nicephoro Gregoras Autor Griego de aquellos tiempos refiere lo mucho que Andronico la estim�� con estas mismas palabras: Fu��le tan agradable al Emperador como si viniera del cielo. Decia que todos los Griegos le eran sospechosos y enemigos, y as�� continuamente procuraba amistades y ligas con los extra?os, que ojal�� nunca lo hiciera. Tambien recibi�� en su ej��rcito muchas compa?ias de Turcoples que dejaron �� Sultan Azan, y se bautizaron. Todas estas ayudas las deseaba Andronico, y las estimaba como grandes; y as�� la que los nuestros le ofrec��an no se puede con palabras encarecer la estimacion que hizo de ella, por ser de gente tan aventajada �� las dem��s que le servian, y tan temida en aquellos tiempos. Remiti�� Andronico los dos Embajadores �� Roger concertando el casamiento, y le llevaron las insignias de Megaduque, que es lo mismo entre nosotros General de la mar: dignidad grande de aquel Imperio, pero no de las mayores.

CAPITULO VI.
Se?ala sueldo el Emperador �� la gente de guerra, y hace muchas honras y mercedes �� su Capitanes.
Se?al�� Andronico las pagas segun la diferencia de las armas y ocupacion, cuatro onzas de plata cada mes �� los hombres de armas, �� los caballos lijeros dos, y lo mismo �� los pilotos y gente de mandoneros una onza, y que siempre que llegasen �� la costa de alguna Provincia del Imperio, se les diesen cuatro pagas, y cuando quisiesen volver �� sus casas juntos, �� divididos, se le librasen dos para el viaje. George Pachimerio Autor Griego, cuyos fragmentos ilustran mucho esta relacion, aunque enemigo grande de los Catalanes, dice, que las pagas de los Catalanes eran doblado mayores que las de los Turcoples, y Massagetas: con que claramente se muestra la estimacion que se hizo de la milicia Catalana
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