Expedicion de Catalanes y Argoneses al Oriente | Page 6

D. Francisco de Moncada
arduas, trances peligrosos, para que esta fuese mayor y mas ilustre.
Ayudaban �� poner en ejecucion tan grandes pensamientos dos motivos, fundados en raz��n de su conservacion. El primero fu�� la poca seguridad que habia de volver �� Espa?a su patria, y vivir con reputacion ella, por haber seguido las partes de Don Fadrique con tanta obstinacion contra Don Jaime su Rey y se?or natural; que auque Don Jaime no era Pr��ncipe de ��nimo vengativo, y se ten��a por cierto, que pues en la furia de la guerra contra su hermano no consinti�� que se diesen por traidores los que le siguieron, menos quisiera castigar �� sangre fria lo que pudo, y no quiso en el tiempo que actualmente le estaban ofendiendo, siguiendo las banderas de su hermano contra las suyas. Pero la Majestad ofendida del Pr��ncipe natural, aunque remita el castigo, queda siempre viva en el ��nimo la memoria de la ofensa; y aunque no fuera bastante para hacerles agravios, por lo menos impidiera el no servirse de ellos en los cargos supremos: cosa indigna de lo que merec��an sus servicios, nobleza y cargos administrados en paz y guerra. El segundo motivo, y el que mas le oblig�� �� salir de Sicilia, fu�� ver al Rey imposibilitado de poderles sustentar con la largueza que antes, por estar la hacienda Real y Reino destruidos por una guerra de veinte a?os, y ellos acostumbrados �� gastar con exceso la hacienda ajena como la propia cuando les faltaban despojos de pueblos y ciudades vencidas. Como entre ambas cosas cesaron hechas las paces, y fenecida la guerra, juzgaron por cosa imposible reducirse �� vivir con moderacion.
El Rey Don Fadrique, y su padre y hermano, con su asistencia en la guerra, y como testigos de las haza?as, industria y valor de los s��bditos, pocas veces se enga?aron en repartir las mercedes; porque dieron m��s cr��dito �� sus ojos, que �� sus oidos, y siempre el premio �� los servicios, y no al favor. Con esto faltaban en sus Reinos quejosos y mal contentos, pero no pudieron dar �� todos los que le sirvieron estados y haciendas, con que algunos quedaron con menos comodidad que sus servicios merecian. Pero como vieron que los Reyes dieron con suma liberalidad y grandeza lo que l��citamente pudieron �� los mas se?alados Capitanes, atribuyeron solo �� su desdicha, y �� la virtud, y valor incomparable de los que fueron preferidos, el hallarse inferiores.
Estas fueron las causas que mov��an los ��nimos en comun para tratar de engrandecer en nuevas empresas y conquistas. Los m��s principales Capitanes que animaban y alentaban �� los dem��s, fueron cuatro, debajo de cuyas banderas, sirvieron Roger de Flor Vicealmirante de Sicilia, Berenguer de Entenza, Ferran Jimenez de Aren��s, ambos ricos hombres, y Berenguer de Rocafort; todos conocidos y estimados por soldados de grande opinion. Comunicaron sus pensamientos entre sus valedores y amigos, y hall��ndoles con buena disposicion y ��nimo de seguirles en cualquier jornada, se resolvieron de emprender la que pareciese m��s ��til y honrosa. Para la conclusion de este trato se juntaron en secreto, y antes de discutir sobre su expedicion, quisieron darle cabeza; porque sin ella fuera in��til cualquier consejo y determinacion, faltando quien puede y debe mandar. Con acuerdo comun de los que para esto se juntaron, fu�� nombrado por General Roger de Flor Vicealmirante, poderoso en la mar, valiente y estimado soldado, pr��ctico y bien afortunado marinero, persona que en riquezas y dinero excedia �� todos los demas Capitanes; causa principal de ser preferido.

CAPITULO III.
Quien fu�� Roger de Flor.
Naci�� Roger de Flor, �� quien los nuestros eligieron pro General y suprema cabeza, en Brindiz de padres nobles, su padre fu�� Alem��n, llamado Ricardo de Flor, cazador del Emperador Federico su madre Italiana, y natural del mismo lugar. Muri�� Ricardo en la batalla que C��rlos de Anjou tuvo con Coradino, cuyas partes seguia, por ser nieto de Federico su Pr��ncipe y se?or. C��rlos insolente con la victoria, despu��s de haber cortado la cabeza �� Coradino, confisc�� las haciendas de todos los que tomaron las armas en su ayuda. Con esta p��rdida qued�� Roger y su madre con suma pobreza, y con la misma se cri�� hasta la edad de quince a?os, que un caballero Franc��s, religioso del Temple, llamado Yassaill, se le aficion�� con ocasion de asistir en Brindiz, con el Alcon nave del Temple, cuyo Capitan era. Naveg�� juntamente con ��l Roger algunos a?os, y gan�� tan buena opinion en el ejercicio que profesaba, que la Religion le recibi�� por suyo, d��ndole el h��bito de fray sargento, en aquel tiempo casi igual al de caballero. Con el Roger comenz�� �� ser conocido y temido en todo el mar de Levante, al tiempo que Prolemayde, dicha por otro nombre Acre, se rendi�� �� las armas de Melech Taseraf Sultan de Egipto, Roger, como
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