Expedicion de Catalanes y Argoneses al Oriente | Page 4

D. Francisco de Moncada
borrasen la memoria del agravio. En unas vistas que tuvo con el Rey de Francia Filipe su cu?ado, entrevino C��rlos hijo del Rey de N��poles, y deseando el Rey de Francia que fuesen amigos y se hablasen, siempre Don Pedro se escus��, y mostr�� en el semblante el pesar y el disgusto que tenia en el corazon, de que todos quedaron mal satisfechos y desabridos, y sin duda ent��nces C��rlos se previniera y armara, si creyera que las fuerzas del Rey de Aragon fueran iguales �� su ��nimo y pensamiento. Pero el cielo se las di�� bastantes para tomar entera y justa satisfacion de la sangre inocente de Coradino por medios tan ocultos, que no se supieron hasta que la misma ejecucion los public��.
Los m��seros Sicilianos incitados de la insolencia Francesa, desenfrenada en su afrenta y deshonor, tomaron las armas, y con aquel famoso hecho que comunmente llaman V��speras Sicilianas, sacudieron de la cerviz p��blica el insufrible yugo de los Franceses, y de C��rlos, que injustamente los opremia, dej��ndoles al arbitrio y sujecion de ministros injustos; causa que las mas veces produce mudanzas en los estados, y casos miserables en sus Pr��ncipes. Acudi�� luego C��rlos con poderoso ej��rcito �� castigar el atrevimiento y rebeld��a de los s��bditos. Ellos viendo cerrada la puerta �� toda piedad y clemencia, pusieron la esperanza de su remedio y amparo en Don Pedro Rey de Aragon, que en esta sazon se hallaba en Africa, como verdadero Pr��ncipe Christiano, con ej��rcito victoriso y triunfante de muchos Jeques y Reyes de Berber��a, asistidos de la mayor parte de la nobleza y soldados de sus Reinos. Llegaron ante su presencia los Embajadores de Sicilia, llenos de lagrimas, luto y sentimiento; bastantes con esta triste demostracion �� mover no solo el ��nimo de un Rey ofendido por particular agravio, pero el de cualquier otro que como hombre sintiera. Acordaronle la muerte desdichada de Manfredo, y la afrentosa de Coradino, facilitaronle la venganza con ayuda de los pueblos de Sicilia, tan aficionados �� su nombre y enemigos del de Francia. Ultimamente le propusieron el estado peligroso de su libertad, vidas y haciendas, si no les amparaba su valor; por que ya C��rlos estaba sobre Mecina, y amenazaba el rigor de su castigo un lastimoso fin �� todo el Reino. Movido de estas razones y de las que su venganza le ofrecia, acudi�� antes que su fama �� Trapana con todo su poder, y fu�� con tanta presteza sobre su enemigo, que apenas supo C��rlos que venia, cuando vi�� sus armas, y se hall�� forzado �� levantar el sitio y retirarse afrentosamente �� Calabria.
Con este hecho el Pontifice como amigo, y el Rey de Francia como deudo, descubiertamente se mostraron favorecedores de C��rlos, y enemigos de Don Pedro, y tomaron contra ��l las armas. El Rey de Castilla que por el deudo y amistad debiera ayudarle, se sali�� �� fuera, y se inclin�� �� seguir el mayor poder. Don Jaime Rey de Mallorca, su hermano, tambien le desampar��, dando ayuda y paso por sus estados �� sus contrarios, aunque se escus�� con las d��biles fuerzas de su Reino, desiguales �� la defensa y oposicion de tan poderoso enemigo; disculpa con que muchas veces los Pr��ncipes peque?os, encubren lo mal hecho, atribuyendo �� la necesidad lo que es ambicion. Don Pedro con esto se hall�� sin amigos, solo acompa?ado de su valor, fortuna, y razon de satisfacer el ultraje y afrenta de su casa. Al tiempo que le juzgaron todos por perdido, venci�� �� sus enemigos varias veces, reforzados de nuevas ligas y socorros, todo los deshizo y humill�� en mar, en tierra. Mantuvo el nombre de Aragon en gran reputacion y fama, y fu�� el primer Rey de Espa?a, que puso sus banderas vencedoras en los Reinos de Italia, sobre cuyo fundamento hoy se mira levantada su Monarqu��a. Hechado C��rlos de Sicilia, intent�� con mayor poder reducirla �� su obediencia, y en esta hubo grandes y notables acontecimientos; pero siempre la casa de Aragon, se asegur�� en el Reino con victorias, no solo contra el poder de C��rlos, pero de todos los mayores Pr��ncipes de Europa que le ayudaban.
Murieron ambos Reyes competidores en la mayor furia y rigor de la guerra, y por derecho de sucesion hered�� �� C��rlos Rey de N��poles, su hijo primog��nito del mismo nombre, que en este tiempo se hallaba preso en Catalu?a. A Don Pedro Rey de Aragon sucedieron sus dos hijos, Alfonso mayor en los Reinos de Espa?a, Jaime en el de Sicilia. Prosiguiose la guerra hasta la muerte de Alfonso, que por morir sin hijos fu�� Don Jaime llamado �� la sucesion, y hubo de venir �� estos Reinos, dejando en Sicilia �� Don Fadrique su hermano, para que la gobernase y defendiese en su nombre. Despu��s de su vuelta �� Espa?a Don Jaime,
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