limites de un escenario, y de los cuales no puede librarse. En cambio, la accion de la novela no reconoce limites; es infinita, como la del cinematografo, y puede componerse de tres o cuatro historias diversas, que se desarrollan a la vez, y al final vienen a confundirse en una sola; puede tener por escenario los lugares mas diversos de nuestro planeta.
Una obra teatral llegara, cuando mas, hasta siete actos y cambiara sus decoraciones quince o veinte veces: pero le es imposible ir mas alla. Una novela, lo mismo que una historia cinematografica, puede disponer de tantos escenarios como capitulos, tener por fondo los mas diversos paisajes y por actores verdaderas muchedumbres.
Repito que el "septimo arte" es novela y no teatro, y tal vez por esto todas las obras teatrales celebres que fueron trasladadas al cinematografo pasaron inadvertidas, mientras las novelas famosas, al ser filmadas, obtuvieron grandes exitos, agrandandose el interes de su fabula con la plasticidad de los personajes que el lector solo habia podido imaginarse vagamente a traves de las lineas impresas.
Hoy empieza a aumentar considerablemente en todas las naciones el numero de los novelistas que nos preocupamos del arte cinematografico.
La multiplicidad de los idiomas con que expresan los hombres su pensamiento representa para el artista literario un obstaculo que no conocen el pintor, el escultor, ni el musico. Es cierto que los traductores se encargan de salvar este obstaculo; pero por grande que sea su pericia y la conciencia con que realicen su trabajo, iresulta siempre tan diversa la novela traducida de la novela original, y se pierden tantas cosas en el traslado de una a otra!...
En cambio, la expresion cinematografica puedo proporcionar a la novela la universalidad de un cuadro, de una estatua o de una sinfonia. Los rotulos del film y la necesidad de traducirlos representan poca cosa en esta clase de obras. Lo importante es la imagen vivida, la accion interpretada por seres humanos, valiendose del gesto, que ignora el estrecho molde de las silabas.
Gracias a este nuevo medio de expresion, el novelista que por su nacimiento pertenece a un pais determinado puede tener por patria intelectual la tierra entera y ponerse en comunicacion con los hombres de todos los colores y todas las lenguas, hasta con los que viven en los limites de un salvajismo recien abandonado. Por medio del "septimo arte", un autor puede en la misma noche contar su historia imaginada a los publicos de Nueva York, Londres y Paris, a las muchedumbres cosmopolitas de los grandes puertos del Pacifico a los arabes que llegan a caballo al aduar del desierto donde funciona el modesto aparato del cinematografista errante, a los marineros que invernan en una isla del Oceano Glacial y entretienen sus noches interminables con el relato mudo de las novelas luminosas.
Yo puedo decir que una de mis mayores satisfacciones literarias la tuve hace dos anos, estando en California, al conversar con un japones que habia viajado por toda Asia.
Este hombre me hablo de una de mis novelas, contandome su "argumento" del principio al desenlace para convencerme de que la conocia bien. No la habia leido, por no estar traducida aun al idioma de su pais, y pensaba comprar la version inglesa.
Pero la habia "visto" en un cinema de Pekin.
* * * * *
Ademas hay que hacer una confesion. La novela esta en crisis actualmente en todas las naciones.
El siglo XIX fue el siglo de la musica y de la novela. Resulta tan enorme la produccion novelesca de los ultimos cien anos y tan diversas las actividades de sus novelistas, que autores y publico viven ahora como desorientados.
Es casi imposible encontrar un camino virgen de huellas. Cuando el novelista cree seguir un sendero completamente inexplorado, se entera a los pocos pasos de que otros avanzaron por el mismo sitio antes que el. Todos los resortes de la maquinaria novelesca parecen flojos y mortecinos de tanto funcionar; todas las situaciones emocionantes, todos los caracteres salientes, todos los tipos de humanidad, estan casi agotados. La originalidad novelesca va siendo cada vez mas ilusoria. Por eso sin duda, muchos autores violentan la serena sencillez de su idioma, obligandole a producir una florescencia atormentada, de invernaculo, y hacen de ello su mayor merito. Buscan ocultar de tal modo, bajo la frondosidad forzada del lenguaje, la anemica pobreza de la historia que cuentan.
Los novelistas se agitan infructuosamente en busca de novedad; el publico exige igualmente novedad; pero la novela actual, cuando pretende en Francia y otros paises ser verdaderamente nueva, no tiene nada de novela, y aburre al lector.... Y en esta crisis, que es universal, nadie columbra la solucion.
Yo no afirmo que el cinematografo sea un remedio unico y decisivo; reconozco ademas como indiscutible que la novela impresa sera siempre superior a la novela expresada por el gesto, pues esta ultima no puede disponer
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