de riqueza para los que vengan á explotarlo.
"Estos parages abundan de perdices, palomas, avutardas, patos, lievres, venados, etc."
Ningun provecho sacó la Corte de Madrid de estos reconocimientos: la apatia era su estado habitual, y solo cuando recelaba un rompimiento con alguna potencia europea, se despertaba de su letargo para ordenar que se explorasen las costas del sud, no con el objeto de poblarlas, sino para desalojar á los extrangeros. En el gobierno del Virey Melo, los cuidados de la lucha en que Espa?a se hallaba empe?ada con la República Francesa, hicieron registrar dos veces la Bahia de Todos los Santos, la Anegada, y la boca del Rio Colorado, donde se sospechaba que se ocultasen subditos de aquella nacion. Una de estas expediciones salió del Rio Negro en el verano de 1794, á las órdenes del capitan de fragata D. Juan Gutierrez de la Concha, que, despues de haber acompa?ado al ilustre y desgraciado Malespina, se detuvo en Montevideo para hacer un mas prolijo reconocimiento de los puertos de la costa patagónica: la otra fué encomendada á D. José de la Pe?a, el piloto el mas experto en la hidrografia de aquel litoral. El diario de Concha se ha sustraido hasta ahora á nuestras indagaciones, y recelamos que el fin desastroso[11] de este oficial, haya ocasionado la pérdida de sus papeles: el diario de Pe?a nada adelanta á lo que sabemos del Rio Colorado, habiéndose ocupado mas especialmente de reconocer las bahias adyacentes.
En 1822 todos estos parages fueron explorados, de órden del gobierno, por el Coronel Cramer, en cuyo informe hallamos las siguientes noticias del Colorado. "De la Bahia de Todos los Santos pasé á la de la Union. Las canales que conducen de una á otra tienen poco fondo, y solo las chalupas pueden atravesarlas: reconocí al pasar la Isla Larga y la de Borda; pero una y otra ofrecen muy pocos recursos.
"La Bahia de la Union, ademas de prometer las mismas ventajas que la de Todos los Santos para la pesca, tiene tambien mejores fondeaderos: la canal para entrar es bastante ancha, con cinco brazas de agua en bajamar.
"El rio Colorado desemboca en esta bahia por dos canales: la una chica, y la otra grande. A la pleamar las chalupas pueden pasar por la primera; la segunda tiene tres brazas de agua casi en toda la extension, de modo que los buques pueden fondear en este brazo con la mayor seguridad.
"Creo que en toda la costa no hay un punto que ofrezca las ventajas de esta bahia: porque, á mas de ser bastante abrigada, á pesar de su grande extension, es tambien el único paso para llegar al Colorado, por ser las bocas de afuera de esto rio casi siempre impracticables, aun para las embarcaciones peque?as.
"Entré en el Colorado por la canal chica: este rio se divide en una porcion de brazos, que forman otras tantas islas, pero todas anegadizas y pantanosas. La corriente baja con mucha fuerza, y trae tanta arena que las canales se obstruyen. Al salir de este rio para seguir la costa hacia el norte, hallamos tan poca agua que varamos con una canoa chica. Como á nueve leguas del Colorado encontre la Bahia de Brightman, etc."
Desde entonces no se oyó hablar mas del Colorado, hasta la campa?a de 1833, en que el Sr. General Rosas, cuyo cuartel general ocupaba las márgenes de este rio, ordenó que se emprendiese su reconocimiento. Mientras la goleta San Martin penetraba por la boca del rio, dos botes, que se construian en las inmediaciones del campamento, debian seguir los movimientos de la division Ramos, para elevarse hasta donde les era posible hacerlo. La San Martin muy cargada, y calando nueve cuartas, pasó por la barra, y el 27 de Julio fondeó á dos cuadras del campamento, que, segun las observaciones del astrónomo del ejército, se hallaba en los 39° 37' 58" 5"' de latitud, y á los 64° 53' 55" 30"' de longitud, al oeste del meridiano de Paris.
La boca del Colorado, que Villarino colocó en los 39° 57,' y el capitan Morell[12] en los 39° 49', segun el capitan Bathurst, yace en los 39° 55'. Sus demás observaciones se hallan en el parte que insertamos á continuacion de este discurso.
"El rio Colorado, segun se colige del diario del Ejército[13], corre sobre arena, y tiene de ciento á docientas varas de ancho. Solo dá paso en el invierno, pues en verano está siempre lleno y muy profundo: los indios lo pasan en balsas de sauce. Sus costas son poco barrancosas, y pobladas en lo general de árboles de sauce colorado y blanco. Cuando está crecido en verano inunda una parte de los grandes llanos que se abren en sus márgenes. Los pastos de estos son de los mejores engordes, y en los altos son fuertes y excelentes para el
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