hacen los portugueses del Brasil á Cuyabá.
Cada a?o van los portugueses comerciantes del Brasil á Cuyabá con una gran flota de canoas cargadas de géneros, y vuelven con el producto en oro y diamantes. La navegacion es larga y trabajosa: salen con sesenta ó setenta canoas de un puerto, que dista cuatro ó cinco leguas de San Pablo, ciudad bien conocida en el Brasil. Bajan por el rio A?embí, hasta caer al Paraná. Por este navegan aguas abajo hasta la boca del rio Pardo, que viene del occidente, y tiene su orígen de algunos riachuelos que bajan de la gran cordillera que se extiende del norte al sur, desde cerca de Cuyabá hasta el monte de Itapuá en las Misiones de Guaranís. Suben con sus canoas los portugueses, hasta que no pueden navegar mas por el rio Pardo: allí descargan los géneros, y para pasar dos leguas de cordillera, que hay desde el Pardo hasta el rio Camapoan, transportan embarcaciones y carga en las carretas de un portuguez que para esto se pobló en aquella cordillera, y tiene su interes en el transporte de dichas canoas. Antes que hubiese allí poblacion, pasaban las canoas en hombros de negros esclavos que llevan para remar. Transportadas las canoas al Camapoan, las vuelven á cargar, y navegan rio abajo hasta entrar en el Tacuarí. Por este navegan con algun cuidado, porque llegan hasta sus márgenes los indios Mbayás corriendo la campa?a, los cuales son enemigos de los portugueses, y no pierden la ocasion de matar ó llevar cautivo al que cogen apartado de la flota. Antes que lleguen á la desembocadura del Tacuarí en el Paraguay, ya se hallan con la canoa de guerra de Cuyabá, que al tiempo que acostumbran llegar los Paulistas con las suyas, los estan esperando para defenderlos de los Payaguás, porque las canoas que llevan de San Pablo no bastan para su defensa, pues en cada una va solo un portuguez blanco, ó á lo mas dos, y los negros remeros: pero estos no llevan armas. Los Payaguás los suelen esperar con multitud de canoas muy ligeras, en cada una de las cuales van seis ó siete hombres, y para no ser descubiertos, se meten con las canoas debajo de las ramas de los árboles, que llegan hasta tocar en el agua: y cuando van pasando los portugueses, los asaltan de improviso, y les dan una descarga de flechazos, tirando siempre al portuguez blanco, y se echan sobre las canoas que pueden tomar; y recogiendo los géneros y los negros, se bajan á la Asumpcion, donde los espa?oles por compasion rescatan á los cautivos. Por evitar los portugueses estos asaltos y da?os que hacen los Payaguás en sus flotas, han armado la canoa que llaman de guerra, para que las escolte desde el Tacuarí á Cuyabá.
El armamento de la canoa de guerra consiste en un ca?oncillo de bronce de una vara ó algo mas de largo, con el cual disparan con presteza muchos tiros. Y para esto llevan en sus cajones bien acondicionados los cartuchos, hechos de camellote en lugar de lienzo, porque de esta suerte evitan que quede algun fuego en el ca?on, y dicen que no se calienta tanto, aunque se disparen muchos tiros seguidamente con dicho ca?oncillo. La presteza con que disparan, procede en parte de tener todas las cosas á punto, y poderse con facilidad manejar el ca?on por ser tan corto, y en parte por ser cuatro bien ejercitados los que concurren á cargarlo: uno con el cartucho, otro con el taco y atacador, otro con una espoleta que clava en el fogon lleno de pólvora para no detenerse en cebar, y el otro finalmente con el bota-fuego. El ca?oncillo, aunque es bien reforzado, no tiene alguna diferencia de otros ca?ones en su fábrica. Solamente la cure?a es algo diversa, porque carece de ruedas, y está con su espigo dispuesta de tal suerte sobre un banco de la canoa, que puede con facilidad volverse á todas partes: y así en disparando á un lado, lo pueden volver y disparar al otro.
La tripulacion de la canoa de guerra se compone de doce soldados con su alferez, y ocho ó nueve negros remeros de pala con sus uniformes. El alferez tiene en la canoa para defensa del sol y de la lluvia su carroza muy buena con cortinas y asientos. Los soldados llevan tambien en medio de la canoa su toldo acomodado para su resguardo. Los remeros van á la proa y á la popa, y uno con la pala sirve de timonero.
Para dormir, así los de las canoas de guerra como los de las de carga, se previenen buscando antes de anochecer algun parage en la márgen del rio, donde el monte sea muy cerrado, y tenga mucha maleza de abrojos y espinas, de
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