y había heredado su ingenio y afición al estudio, de que dió buenas pruebas en Cádiz. Muerto D. Pedro en 1794, la viuda regresó a Madrid con tres hijos, siendo nacidos en Espa?a D. Francisco, en quien debía recaer el mayorazgo, y D. Pedro ángel, después matemático notable y a quien como literato elogia D. Eugenio de Ochoa en el _Tesoro del Teatro Espa?ol_. El menor, nuestro D. Manuel, habiendo recogido el primero los bienes patrimoniales y abrazado el segundo la carrera de las armas, fué destinado a la Iglesia y emprendió los estudios necesarios. Si aprovechólos, como después lo demostró, la vocación sacerdotal no le vino, y con ayuda de sus hermanos, pajes de la familia real a la sazón, obtuvo plaza de cadete, presentándose a la madre el día menos pensado con uniforme militar en vez de hábitos.
La invasión francesa le halló listo a la defensa de la que entonces era su patria, como la invasión norteamericana le había de hallar muchos a?os después entre los más distinguidos defensores de su tierra natal. Era capitán de granaderos en 1808; batióse contra los franceses, derramando a ocasiones su propia sangre, y ya coronel, y cambiadas las circunstancias públicas, abandonó las armas en 1814 para entregarse a las letras. Ya en 1821 había escrito y hecho representar[1] en Madrid sus primeras comedias _Indulgencia para Todos, Tal para cual, Las Costumbres de Anta?o y Don Dieguito_; pero el torbellino de la política habíale envuelto en su tromba. El odio a los invasores[2] no le preservó del virus de la revolución francesa, y la actitud y las leyes de las Cortes de Cádiz tuviéronle de admirador y partidario. Ni era fácil, supuestas las ideas dominantes, cuya filiación espa?ola databa del reinado de Carlos III, que un joven de su carácter e inclinaciones dejara de formar en el bando de los Martínez de la Rosa, Alcalá Galiano y Quintana, y a que en esfera menos activa pertenecían hasta hombres que, como Gómez Hermosilla y Moratín, aceptaron el gobierno efímero de José Bonaparte. Gorostiza llevó a la política la actividad y fogosidad de su carácter y de sus verdes a?os; y el príncipe que había asombrado al mundo con los rasgos de su deslealtad filial[3] en Aranjuez, de su humillación y bajeza en Valencey, y de su versatilidad, falsedad y crueldad en el trono, al recobrar el poder absoluto y enviar a los presidios de áfrica a los más ilustres ministros y consejeros de su período constitucional, no podía haberse olvidado del fecundo y entusiasta orador liberal de la Fontana de Oro. Proscrito D. Manuel Eduardo y confiscados sus bienes, salió de Espa?a, recorriendo diversas capitales europeas y deteniéndose algún tiempo en Londres, donde residían otros muchos emigrados espa?oles.
[Footnote 1: 'Had written and had had produced,' hacer being here used with the active infinitive to express the idea _had caused to be produced_.]
[Footnote 2: His hatred for the (French) invaders. As the ideas of the American and French Revolutions were permeating the Spanish colonies, so Napoleon, quite without intention, gave to Spain herself an impulse to national feeling. Charles III had encouraged the growth of democratic ideas, and the framing of the Constitution of 1812 by the Cortes of Cadiz marks the climax of radical Spanish development during this epoch. (Cf. Charles E. Chapman, "A History of Spain," chap. xxxv, New York, Macmillan Co., 1918.)]
[Footnote 3: Ferdinand VII, son of Charles IV and Maria Louisa, was one of Spain's worst kings. With the army and the people on his side he openly opposed his father, causing the latter to abdicate on March 19, 1808. The humiliating negotiations of this royal family with Napoleon at Bayonne and the subsequent invasion of Spain by the French led to the glorious uprising of the Spanish people on the second of May, 1808.]
Compartió con ellos las penalidades y escaseces del destierro, tanto más duro para él cuanto que tenía que atender a familia propia, pues se había casado en Madrid con D.a Juana Castilla y Portugal. Las letras, que sólo por afición cultivó antes, fuéronle ahora recurso eficaz de subsistencia. Escribía en periódicos sobre materias varias, y especialmente contra el absolutismo dominante en Espa?a. En 1822 había publicado en París su Teatro Original, con las comedias que acabo de citar y que aparecieron dedicadas a Moratín; y tres a?os después, imprimió en Bruselas su Teatro Escogido, en que de la edición anterior sólo reprodujo Indulgencia para Todos y _D. Dieguito, presentando como nuevas piezas El Jugador y El Amigo íntimo_, y poniendo al frente su retrato, que es el generalmente conocido y que no da idea de la vivacidad y animación de su gesto.
Entretanto, México había realizado su independencia, y siguiendo la propensión que en su adolescencia acompa?a a los pueblos como a los individuos, de llamar la
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